U-Boat Argentina

Este blog tiene como objetivo describir hechos históricos. Bajo ningún concepto se tratan temas políticos. La aparición de cualquier imagen o fotografía relacionada a regímenes totalitarios es puramente ilustrativa y relacionada a temas históricos tocados en el sitio.

Radiografía de un torpedo de la Segunda Guerra Mundial

Extracto del libro “Los corsarios submarinos 1939-1945.” A. Canaris, 1956. 

Esta explicación del funcionamiento de un torpedo convencional de la época de la Segunda Guerra Mundial me parece excelente por tres motivos: El detalle, la simpleza y claridad de la narración para quien no es un entendido en la materia. Por eso, teniendo en cuenta que dadas las décadas transcurridas es un material de dominio público, me pareció muy interesante para subir al blog. Disfruten.

"Un torpedo submarino de autopropulsión y dispositivo automático de orientación es, en síntesis, un verdadero submarino sin tripulación. En general, pesa más de mil quinientos kilogramos y en el caso del modelo Mark 14, al que correspondía el atascado en la proa del Silversides, tiene un diámetro de más de cincuenta centímetros. 
Mark 14
El torpedo, como se sabe, es lanzado del tubo del submarino por una inyección de aire comprimido a gran presión. Una vez en el agua, mediante una calibración previa puede navegar a una profundidad perfectamente determinada, seguir una curva para desarrollar un curso predeterminado y luego enfilar una recta para dar en el objetivo elegido. 

El vapor, generado por la inyección de un delgado chorro de agua a través de una mecha con una llama de alcohol, suministra la fuerza de propulsión. La orientación, con un timón convencional, se controla con un mecanismo giroscópico. Un delicado dispositivo hidrostático, que reacciona de acuerdo con la presión del agua, mantiene la profundidad deseada. 

El explosivo contenido en la cabeza del torpedo es trinitrolueno (sic), del que hay un buen cuarto de tonelada. La explosión se logra por medio de un mecanismo detonador que actúa bien por el choque contra el objetivo o bien por el campo magnético que emite el casco metálico de los parcos. 

El torpedo modelo Mark 14 puede recorrer más de 7.000 metros con poder explosivo eficaz. Puede dársele dos ajustes de velocidad. Uno de ellos permite alcanzar su distancia máxima de crucero, es decir, los siete mil metros, a una velocidad de 31,5 nudos por hora. El otro, sirve para dar en un blanco más próximo pues permite alcanzar una velocidad media de 46 nudos por hora hasta una distancia de cuatro mil metros. En general, se empleó durante la guerra la velocidad máxima dado que casi siempre los ataques se hacían a menos de un kilómetro de distancia del objetivo. 

El trinitrolueno es un explosivo que no se detona fácilmente en condiciones normales, por lo que el almacenamiento de torpedos en los submarinos no ofrece mayores peligros y los tripulantes duermen en cuchetas instaladas sobre los mismos depósitos de torpedos. Ni el choque ni el fuego basta para hacer estallar el trinitrolueno. 
Un Mark 14 y detrás un clase Gato, el USS Bowfish (Rick Hawkinson)
El trinitrolueno, en su forma militar, parece un bloque de resina solidificada y requiere para su explosión una onda de detonación. En la cabeza del torpedo esa onda se produce por la caída brusca de un percutor sobre un fulminante, el que a su vez al estallar provoca el disparo del detonador que se halla dentro de una carga explosiva que produce la onda detonante necesaria para el estallido del trinitrolueno. Como se advierte, hace falta una cadena de tres explosivos sucesiva, producidas en menos tiempo del que se tarda en contarlo, para que el torpedo cumpla con su misión de muerte. 

La función del explosor, equivalente al gatillo de un revólver común en su principio, consiste en soltar el percutor ya sea al chocar la cabeza del torpedo con el objetivo o al pasar cerca de él y experimentar la influencia magnética de la masa de hierro. Pero el explosor, a diferencia del simple gatillo es un dispositivo bastante complicado que pesa unos cincuenta kilogramos, alojado en la parte posterior de la cabeza del torpedo. El choque contra el objetivo a la gran velocidad del torpedo hace que se suelte una pieza, que pega en el fulminante atraída por un resorte muy fuerte, iniciándose así la cadena de tres explosiones ya aludida. 

Para facilitar el buen éxito del ataque, como se ha dicho, existe un sistema electrónico que podríamos comparar a un receptor radiotelefónico, que enciende sus válvulas alimentadas por un acumulador, poco después de iniciarse la carrera del proyectil. Cuando pasa cerca de una gran masa de hierro, como el casco de un buque, el campo magnético irradiado por esa masa gigantesca es captado por la antena del sistema electrónico que amplifica esa señal. Con el impulso resultante a la salida del amplificador se acciona un poderoso electroimán que suelta el disparador en igual forma que si este último hubiere recibido un golpe considerable. Así se logra la explosión aun en los casos en que el torpedo no dé directamente en el blanco pero pase bastante cerca de él. 

Como se comprende, los torpedos deben contar con algún dispositivo de seguridad para evitar su disparo accidental en el submarino que los transporta o aun en las cercanías del mismo una vez que haya sido lanzado al agua el proyectil. Al efecto, en situación de reposo el explosor está alejado de la cabeza, en un compartimiento posterior, de manera que ningún golpe puede llegar a mover su disparador. En cuanto al sistema electrónico, se halla desconectado del acumulador. 

Cuando el torpedo se introduce en el tubo y se lanza al agua, se pone en funcionamiento automáticamente el quemador de alcohol que, a su vez, con la presión generada de vapor mueve un dispositivo similar a una turbina que remata en un sistema de propulsión a hélice. Las revoluciones de esta hélice se transmiten por un tren de engranajes a un eje con una rosca sinfín. Ese eje se va a adelantando y empuja el explosor hacia la cabeza del torpedo. Cuando se ha recorrido toda la trayectoria el explosor se aloja en su compartimiento en la cabeza y cualquier golpe que sufra la misma se transmitirá al disparador. 

Un sistema similar de engranajes conecta las diversas secciones del dispositivo radioeléctrico de disparo por inducción magnética a la batería de alimentación. Este sistema también necesita cierto tiempo para estar en condiciones de actuar, con lo que se permite el alejamiento del torpedo del submarino que lo lanza. 

En general, se calcula que los sistemas de disparo quedan armados cuando el torpedo se halla a unos cuatrocientos metros de distancia del submarino que lo lanzó. Pero en el caso del Mark 14, atascado en el tubo del Silversides (el autor relata una caso en que uno de estos torpedos quedó atascado en el momento del disparo), el mecanismo de propulsión del torpedo se había puesto en marcha al lanzarlo al agua. Cómo el torpedo había quedado encajado a media en el tubo, su hélice giró locamente por espacio de algunos minutos en el aire, hasta que se agotó la provisión de alcohol y detuvo el mecanismo de propulsión. La marcha de los engranajes había, sin duda, armado el dispositivo de disparo y encendido el equipo radioeléctrico de disparo por campo magnético. 

No se corría peligro de disparo por el campo magnético producido por el casco del submarino, dado que la antena del equipo radioeléctrico estaba situada dentro del tubo de eyección que servía como blindaje, de manera que el campo magnético quedaba anulado en ese sector. Por otra parte, cuando se lograra extraer el torpedo de ese blindaje ya estaría agotado el acumulador eléctrico que alimenta el equipo, con lo que el peligro de disparo por influencia electromagnético quedaba eliminado. 

Pero el comandante Burlingame, al igual que los oficiales y los torpedistas sabían bien el riesgo que se corría al estar armado el disparador mecánico. Bastaría un choque accidental contra un escollo o una descarga de una bomba de profundidad muy próxima para precipitar el desastre. Fueron, todos estaban de acuerdo, veinticuatro horas de angustia. 

Al día subsiguiente fue posible emerger y el comandante con un grupo de torpedistas subió a cubierta para inspeccionar el torpedo. Un par de tripulantes se acercó a la proa y el torpedista Walter Czerwinski bajó sujeto por unas sogas hasta el tubo para ver qué se podía hacer. Todo resultaba inútil. No era posible desarmar la cabeza explosiva sin exponerse a un desastre total. Sólo quedaba el recurso de disparar el torpedo con una inyección de aire comprimido al máximo de presión y desear que el choque con el agua no lo hiciera estallar y que además la fuerza de la inyección de aire lo alejara suficientemente del sumergible. 

Cuatro tripulantes se ofrecieron voluntariamente para disparar el torpedo: Smiley, Duckagorth, Dennis y Clark. Los tres primeros suboficiales y el último un guardia marina. Se cerró herméticamente el compartimiento de torpedos de proa y los cuatro voluntarios prepararon todo. Cuando comunicaron por el teléfono interno al comandante Budingame que estaban listos, éste hizo que el submarino se desplazara hacia atrás a toda marcha y dio la orden: ¡Disparen! El suboficial Duckworth oprimió el botón del compresor y con un silbido muy agudo salió el torpedo con buena velocidad, perdiéndose en seguida en las aguas (…)"

Un Mark 14 por dentro:


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