Este blog tiene como objetivo describir hechos históricos. Bajo ningún concepto se tratan temas políticos. La aparición de cualquier imagen o fotografía relacionada a regímenes totalitarios es puramente ilustrativa y relacionada a temas históricos tocados en el sitio.
En 2011 se estrenó la miniserie de TV "The sinking of the Laconia". Esta producción germano-británica fue dirigida por Uwe Janson. La serie se centra en el capitán Werner Hartenstein y su nave, el sumergible IX C U-156.
Debo decir que la miniserie está excelentemente hecha desde el punto de vista del sumergible germano y su tripulación. Los detalles particulares del U-156, como la antiaérea a popa, están muy bien logrados. No derrocharon en la representación del interior del U-boot, todo se desarrolla en la central o en la salas de oficiales y suboficiales; por ejemplo nunca a parecen las salas de máquinas o de torpedos.
La serie tiene un error curioso en el momento de la aparición del U-507. En ese momento de produce un plano abierto de ambas naves, que por otro lado eran muy similares. Sin embargo, lo que se ve en ese momento representando a la nave de Schacht nada tiene que ver con una nave de este tipo, ni siquiera con un sumergible germano. Tal vez podría haber representado a un italiano. El error se vuelve más curioso cuando ambos comandantes descienden de lo que es claramente un torreta de un IX C.
Al final de la entrada están los links para ver la serie en Youtube.
Resumen: El incidente del Laconia tuvo lugar en el Atlántico Sur. El 12 de septiembre de 1942 a las 22:07 horas, Hartenstein torpedeó un objetivo grande en el Atlántico Sur en posición 05.05 S, 11.38 O. El buque era el transatlántico de líneas británico Laconia (19,695 toneladas) que se hundió a las 23:23 horas. El enorme buque llevaba una tripulación de 136 hombres, unos 80 civiles, material y personal militar (268 hombres) y aproximadamente 1800 prisioneros de guerra italianos con 160 soldados polacos en guardia.
Poco después del hundimiento, la tripulación del U-156 se sorprendió al escuchar voces italianas en el mar entre la gente que estaba en botes salvavidas y también luchando en el agua. Hartenstein inmediatamente comenzó las operaciones de rescate y llamó por radio para obtener ayuda de los submarinos cercanos. También envió mensajes no codificados a todos los barcos con la promesa de cesar las hostilidades.
U-156, fotografía real con 200 náufragos en cubierta
El U-156 salvó a unos 400 sobrevivientes, mantuvo 200 a bordo y los otros 200 en botes salvavidas. El 15 de septiembre, a las 11:30 horas, el U-506 de Kptlt Erich Würdemann llegó a la escena y continuó rescatando a los sobrevivientes. Unas horas más tarde U-507 de Korvkpt. Harro Schacht (también representado en la mini serie) y el submarino italiano Cappellini también llegaron. Los barcos se dirigieron a la orilla, remolcando los botes salvavidas detrás de ellos y cientos de sobrevivientes estaban dentro y dentro de los propios submarinos.
El 16 de septiembre, a las 11.25 horas, tal como lo representa con dramatismo la serie, un bombardero estadounidense B-24 Liberator que operaba desde la Isla Ascensión llegó a la escena donde su piloto vio los barcos (que en ese momento ondeaban la bandera de la Cruz Roja y claramente no eran hostiles con nadie). El piloto llamó por radio a su base pidiendo instrucciones y se le dijo que atacara de inmediato, lo que hizo después del mediodía, obligando a los submarinos a cortar las líneas de los botes salvavidas y sumergirse inmediatamente, dejando a cientos de personas nuevamente luchando en el agua.
Laconia
Afortunadamente, esta intervención estadounidense no causó tanta pérdida de vidas como podría haber ocurrido, ya que poco después algunos buques de guerra franceses de Dakar llegaron al lugar y comenzaron a recoger sobrevivientes. También muchos habían sido llevados a los propios submarinos y estaban a salvo allí (solo porque el bombardero no los había hundido). Aproximadamente 1500 sobrevivieron al hundimiento.
Este incidente provocó una de las órdenes más controvertidas que Dönitz haya emitido, generalmente conocida como la orden de Laconia, que dejó absolutamente en claro que ningún submarino debía participar en ninguna operación de rescate a partir de esa fecha y dejar a ningún sobreviviente en el mar. Hasta ese momento, los submarinos habían ayudado en muchas ocasiones a los sobrevivientes de sus víctimas con provisiones, agua, instrucciones para llegar a la tierra más cercana, etc.
Hartenstein, condecorado con la Cruz de Caballero por estos hechos, se hundió con su U-156 en el Atlántico Sur en 1943, no muy lejos de las costas de Venezuela.
Todos hemos visto la legendaria película de 1981 “Das Boot”, del director Wolfgang Petersen. No temo decir que se trata de la mejor película de submarinos todos los tiempos, y tal vez de la mejor bélica naval. Pero ¿todos hemos leído el libro en que sirvió de base para la realización de la película? Diría que no.
Si la obra maestra del cine logró transmitir muchísimo sobre el funcionamiento de aquellas increíbles máquinas, el libro, a pesar de ser una novela histórica, es aún cien veces más esclarecedor. Cada tanto voy a mi biblioteca y tomo esa obra genial de la literatura de guerra, que tal vez no se destaque por la calidad de su prosa o por el acabado de sus metáforas, para viajar a la cubierta de un tipo VII que en el medio del Atlántico persigue a un convoy aliado…
Todo comenzó en 1941, al menos lo realmente importante. Ese año, Lother Günther Buchheim, en su calidad de teniente de la marina adscripto a una unidad de propaganda, logró permiso para unirse a la tripulación del U-96. Podríamos decir el mítico U-96, comandado por el as de la fuerza submarina Kapitänleutnant Heinrich Lehmann-Willembrock, representado en la novela con el simple mote de “el viejo”.
Aquella fue la séptima patrulla de la ya veterana tripulación del sumergible. Dejaron St. Nazaire el 27 de octubre de 1941 y regresaron el 6 de diciembre. Buchheim vivió cosas increíbles a bordo: una tempestad hercúlea, el encuentro en medio de las olas con otro U-boot, el ataque a un convoy, el hundimiento del enemigo, las explosiones de las cargas de profundidad, el intento de sortear Gibraltar y el daño sufrido por su nave. Muchas de esas anécdotas, acompañas de con fantásticas muestras de un profundo conocimiento del funcionamiento de cada mecanismo del U-boot, son narradas en la novela; todo en un lenguaje que cualquier lector aficionado podría comprender.
El autor primero publicó un relato breve sobre aquella patrulla del otoño de 1941. “Das Boot” se publicó en 1973 y casi de inmediato se transformó en un éxito meteórico. Sobre el final de su vida publicó otro largo libro llamado “La Fortaleza”, en el que narra el escape desesperado en el último U-boot que dejó Brest, Francia. Buchheim murió en 2007.
El U-96 sobrevivió a once patrullas de guerra y solo una bomba lanzada desde un avión pudo con su tozudo casco, el 30 de marzo de 1945, mientras estaba amarrado en Wilhelmshaven.
Grandes noticias llegan de Alemania: Desde hace meses sabemos que una secuela de la película, ambientada en 1942, está siendo filmada por el director Andreas Prochaska en un formato de serie… Si se revela la mitad de buena que la película de Petersen será uno de los grandes éxitos de los últimos años.
"Hell boats" es el título de una película inglesa estrenada en 1970 (Les dejo el link al final para verla).
Filmada en Malta, la película muestra las aventuras del teniente Jeffords (James Franciscus), que a bordo de una S-boot (Schnellboote – lanchas rápidas) capturada a los alemanes en el Mediterráneo (exactamente la S-14) se lanza a la destrucción de una base alemana en Sicilia. Es entretenida, se ve en muy buena calidad y dura 1:40 hs. aproximadamente.
Esto me hizo recordar un libro de mi biblioteca: el número 31 de “Warship Profile”, del Dr. Gerhard Hümmelchen (UK - en inglés, no conozco ediciones en español).
Este fantástico trabajo, que desde ya recomiendo, narra la historia completa de las lanchas torpederas rápidas que los alemanes utilizaron en varios teatros de operaciones. El mencionado Mediterránea, en Canal de la Mancha, el Mar Negro, entre otros. Varios comandantes que se destacaron luego pasaron al arma submarina. Eran en extremo veloces y podían causar gran daño incluso a grandes embarcaciones con sus dos lanza torpedos.
La S-14, que es la lancha (S-Boot) protagonista de “Hell boats”, según el libro de Hümmelchen nunca operó en el Mediterráneo sino en el Báltico y Noruega. También debemos mencionar que la S-14 pertenecía al tipo más antiguo de las S-boot, las cuales no tenían las bocas lanzadoras de torpedos caladas en el casco, sino más bien como dos “tubos” sobre la cubierta (ver fotografías). Los ingleses respetaron este último detalle en la película.
Por otro lado, el camuflaje con rayas que aparece en la película debe haberse usado para diferenciarla fácilmente en las escenas de combate de las MTB (Motor Torpedo Boat) británicas, ya que no aparecen imágenes de las S-boot con ese diseño en las fuentes consultadas. Sí aparecen, siempre hablando del libro de Hümmelchen, un diseño de camuflaje extraño para las lanchas que fueron usadas en el Mar Negro (ver imagen) o de rayas pero no exactamente como las de la pelicula.
Como dato tal vez desconocido por muchos, John F. Kennedy fue comandante de la lancha de este tipo PT-109, que operó en el Pacífico. Con el futuro presidente al comando, en agosto de 1943 fue literalmente partida a la mitad por la colisión de un destructor japonés.
S-14 en la película y la verdadera.
Características técnicas principales de las S-Boot de la serie S-14, en 1942:
Fabricante Lürssen
Largo 34,62 m
Manga 5,10 m
Calado 1,40 m
Desplazamiento 97,5 /115 ts
Propulsión "S14" - "S17" 3 x MAN L11 Diesel 1500/2050 HP
Propulsión "S18" - "S25" 3 x Daimler-Benz MB 501 Diesel 1500/2000 HP
Extracto del libro “Los corsarios submarinos 1939-1945.” A. Canaris, 1956.
Esta explicación del funcionamiento de un torpedo convencional de la época de la Segunda Guerra Mundial me parece excelente por tres motivos: El detalle, la simpleza y claridad de la narración para quien no es un entendido en la materia. Por eso, teniendo en cuenta que dadas las décadas transcurridas es un material de dominio público, me pareció muy interesante para subir al blog. Disfruten.
"Un torpedo submarino de autopropulsión y dispositivo automático de orientación es, en síntesis, un verdadero submarino sin tripulación. En general, pesa más de mil quinientos kilogramos y en el caso del modelo Mark 14, al que correspondía el atascado en la proa del Silversides, tiene un diámetro de más de cincuenta centímetros.
Mark 14
El torpedo, como se sabe, es lanzado del tubo del submarino por una inyección de aire comprimido a gran presión. Una vez en el agua, mediante una calibración previa puede navegar a una profundidad perfectamente determinada, seguir una curva para desarrollar un curso predeterminado y luego enfilar una recta para dar en el objetivo elegido.
El vapor, generado por la inyección de un delgado chorro de agua a través de una mecha con una llama de alcohol, suministra la fuerza de propulsión. La orientación, con un timón convencional, se controla con un mecanismo giroscópico. Un delicado dispositivo hidrostático, que reacciona de acuerdo con la presión del agua, mantiene la profundidad deseada.
El explosivo contenido en la cabeza del torpedo es trinitrolueno (sic), del que hay un buen cuarto de tonelada. La explosión se logra por medio de un mecanismo detonador que actúa bien por el choque contra el objetivo o bien por el campo magnético que emite el casco metálico de los parcos.
El torpedo modelo Mark 14 puede recorrer más de 7.000 metros con poder explosivo eficaz. Puede dársele dos ajustes de velocidad. Uno de ellos permite alcanzar su distancia máxima de crucero, es decir, los siete mil metros, a una velocidad de 31,5 nudos por hora. El otro, sirve para dar en un blanco más próximo pues permite alcanzar una velocidad media de 46 nudos por hora hasta una distancia de cuatro mil metros. En general, se empleó durante la guerra la velocidad máxima dado que casi siempre los ataques se hacían a menos de un kilómetro de distancia del objetivo.
El trinitrolueno es un explosivo que no se detona fácilmente en condiciones normales, por lo que el almacenamiento de torpedos en los submarinos no ofrece mayores peligros y los tripulantes duermen en cuchetas instaladas sobre los mismos depósitos de torpedos. Ni el choque ni el fuego basta para hacer estallar el trinitrolueno.
Un Mark 14 y detrás un clase Gato, el USS Bowfish (Rick Hawkinson)
El trinitrolueno, en su forma militar, parece un bloque de resina solidificada y requiere para su explosión una onda de detonación. En la cabeza del torpedo esa onda se produce por la caída brusca de un percutor sobre un fulminante, el que a su vez al estallar provoca el disparo del detonador que se halla dentro de una carga explosiva que produce la onda detonante necesaria para el estallido del trinitrolueno. Como se advierte, hace falta una cadena de tres explosivos sucesiva, producidas en menos tiempo del que se tarda en contarlo, para que el torpedo cumpla con su misión de muerte.
La función del explosor, equivalente al gatillo de un revólver común en su principio, consiste en soltar el percutor ya sea al chocar la cabeza del torpedo con el objetivo o al pasar cerca de él y experimentar la influencia magnética de la masa de hierro. Pero el explosor, a diferencia del simple gatillo es un dispositivo bastante complicado que pesa unos cincuenta kilogramos, alojado en la parte posterior de la cabeza del torpedo. El choque contra el objetivo a la gran velocidad del torpedo hace que se suelte una pieza, que pega en el fulminante atraída por un resorte muy fuerte, iniciándose así la cadena de tres explosiones ya aludida.
Para facilitar el buen éxito del ataque, como se ha dicho, existe un sistema electrónico que podríamos comparar a un receptor radiotelefónico, que enciende sus válvulas alimentadas por un acumulador, poco después de iniciarse la carrera del proyectil. Cuando pasa cerca de una gran masa de hierro, como el casco de un buque, el campo magnético irradiado por esa masa gigantesca es captado por la antena del sistema electrónico que amplifica esa señal. Con el impulso resultante a la salida del amplificador se acciona un poderoso electroimán que suelta el disparador en igual forma que si este último hubiere recibido un golpe considerable. Así se logra la explosión aun en los casos en que el torpedo no dé directamente en el blanco pero pase bastante cerca de él.
Como se comprende, los torpedos deben contar con algún dispositivo de seguridad para evitar su disparo accidental en el submarino que los transporta o aun en las cercanías del mismo una vez que haya sido lanzado al agua el proyectil. Al efecto, en situación de reposo el explosor está alejado de la cabeza, en un compartimiento posterior, de manera que ningún golpe puede llegar a mover su disparador. En cuanto al sistema electrónico, se halla desconectado del acumulador.
Cuando el torpedo se introduce en el tubo y se lanza al agua, se pone en funcionamiento automáticamente el quemador de alcohol que, a su vez, con la presión generada de vapor mueve un dispositivo similar a una turbina que remata en un sistema de propulsión a hélice. Las revoluciones de esta hélice se transmiten por un tren de engranajes a un eje con una rosca sinfín. Ese eje se va a adelantando y empuja el explosor hacia la cabeza del torpedo. Cuando se ha recorrido toda la trayectoria el explosor se aloja en su compartimiento en la cabeza y cualquier golpe que sufra la misma se transmitirá al disparador.
Un sistema similar de engranajes conecta las diversas secciones del dispositivo radioeléctrico de disparo por inducción magnética a la batería de alimentación. Este sistema también necesita cierto tiempo para estar en condiciones de actuar, con lo que se permite el alejamiento del torpedo del submarino que lo lanza.
En general, se calcula que los sistemas de disparo quedan armados cuando el torpedo se halla a unos cuatrocientos metros de distancia del submarino que lo lanzó. Pero en el caso del Mark 14, atascado en el tubo del Silversides (el autor relata una caso en que uno de estos torpedos quedó atascado en el momento del disparo), el mecanismo de propulsión del torpedo se había puesto en marcha al lanzarlo al agua. Cómo el torpedo había quedado encajado a media en el tubo, su hélice giró locamente por espacio de algunos minutos en el aire, hasta que se agotó la provisión de alcohol y detuvo el mecanismo de propulsión. La marcha de los engranajes había, sin duda, armado el dispositivo de disparo y encendido el equipo radioeléctrico de disparo por campo magnético.
No se corría peligro de disparo por el campo magnético producido por el casco del submarino, dado que la antena del equipo radioeléctrico estaba situada dentro del tubo de eyección que servía como blindaje, de manera que el campo magnético quedaba anulado en ese sector. Por otra parte, cuando se lograra extraer el torpedo de ese blindaje ya estaría agotado el acumulador eléctrico que alimenta el equipo, con lo que el peligro de disparo por influencia electromagnético quedaba eliminado.
Pero el comandante Burlingame, al igual que los oficiales y los torpedistas sabían bien el riesgo que se corría al estar armado el disparador mecánico. Bastaría un choque accidental contra un escollo o una descarga de una bomba de profundidad muy próxima para precipitar el desastre. Fueron, todos estaban de acuerdo, veinticuatro horas de angustia.
Al día subsiguiente fue posible emerger y el comandante con un grupo de torpedistas subió a cubierta para inspeccionar el torpedo. Un par de tripulantes se acercó a la proa y el torpedista Walter Czerwinski bajó sujeto por unas sogas hasta el tubo para ver qué se podía hacer. Todo resultaba inútil. No era posible desarmar la cabeza explosiva sin exponerse a un desastre total. Sólo quedaba el recurso de disparar el torpedo con una inyección de aire comprimido al máximo de presión y desear que el choque con el agua no lo hiciera estallar y que además la fuerza de la inyección de aire lo alejara suficientemente del sumergible.
Cuatro tripulantes se ofrecieron voluntariamente para disparar el torpedo: Smiley, Duckagorth, Dennis y Clark. Los tres primeros suboficiales y el último un guardia marina. Se cerró herméticamente el compartimiento de torpedos de proa y los cuatro voluntarios prepararon todo. Cuando comunicaron por el teléfono interno al comandante Budingame que estaban listos, éste hizo que el submarino se desplazara hacia atrás a toda marcha y dio la orden: ¡Disparen! El suboficial Duckworth oprimió el botón del compresor y con un silbido muy agudo salió el torpedo con buena velocidad, perdiéndose en seguida en las aguas (…)"
Este es un libro extraño. Para empezar, la solapa del editor de 1956 dice que la obra está escrita por un “alto oficial de la marina alemana”. Es evidente que A. Canaris es un seudónimo, ya que no hay oficial con tal nombre en los registros alemanes. Pero eso no tiene nada de malo, por supuesto. El tema es que estoy seguro de que este libro no fue escrito por ningún marino germano. Los motivos que me hacen creer esto los expondré más adelante.
Los mejor de este libro, y es realmente bueno, está al final. El autor narra con gran ritmo las fantásticas aventuras del “USS Silversides”, un sumergible Gato Class que hizo estragos entre los japoneses en el teatro de operaciones del Pacífico. Resalto que este capítulo tiene un descripción fantástica, la mejor que he leído, sobre el detallado funcionamiento de los torpedos que se utilizaban en la Segunda Guerra Mundial; de hecho es tan buena que pienso subirla al blog casi completa. Quien lo haya escrito tenía un gran conocimiento de la materia.
Ahora bien, lo malo del libro es realmente malo. Resulta evidente que un oficial alemán no puede haber escrito este libro, ya que las inexactitudes que presenta lo hacen imposible.
Algunas de ellas son: Se refiere a la hazaña de Scapa Flow del capitán “Priem” en lugar de “Prien”, y lo que es peor habla del U-49 en lugar del U-47.
Recrea el famoso hundimiento del “Laconia” de una forma que nada tuvo que ver con la realidad, apenas acierta en el submarino que lo perpetró.
Narra con detalles fantásticos el hundimiento de un crucero de guerra por parte del U-156, cuando esto nunca sucedió.
Trae a colación la batalla de Turk, en el Pacífico, colocando detalles que nunca sucedieron, como una supuesta destrucción del superacorazado japonés “Musashi” .
"USS Silversides". Museo flotante en la actualidad
Estas son solo algunas de las muchísimos divagues de este libro, que cualquier desprevenido puede tomar como ciertos. Además pareciera que varias personas participaron de la redacción, ya que sobre el final está muy bien narrado, pero en los capítulos del medio deja bastante que desear.
En fin. Vale la pena el último tramo de la obra, especialmente todo lo referido al “USS Silversides”. El resto mejor pasarlo por alto.
Les dejo a continuación un breve video del sumergible estadounidense, que actualmente es un museo flotante:
No hace mucho bajé a mi Kindle este interesantísimo libro, escrito por quien fuera un importante diplomático de Alemania hasta la década de los treinta, Ulrich von Hassell. Este distinguido miembro de la aristocracia ocupó diferentes puestos en el servicio exterior, hasta que acabó como embajador en Roma. Fue cesado a fines de esa década por los nazis.
Hassell y su esposa, Ilse von Tirpitz, hija del legendario almirante, comenzaron a oponerse con fuerza a los nazis y se involucraron con personalidades importantes que resistían a los nazis en el ejército, las ciencias, la alta sociedad, la política, la industria y, tal vez, el caldo de cultivo más fuerte contra el hitlerismo, el servicio diplomático de carrera.
El libro, que es el diario secreto de von Hassell, es un detallado repaso de la “otra Alemania”, la que quiso eliminar a Hitler desde antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial y que vio venir el desastre desde antes de Stalingrado. Cada evento era registrado por el diplomático en su diario, y muchos de los personajes que montaron la operación Valkiria, incluso Stauffenberg, eran mencionados con nombres en clave.
Luego del fallido atentado contra Hitler del 20 de julio de 1944, Hassell, que había sido seguido por la Gestapo durante años, fue finalmente detenido, enjuiciado y ejecutado en septiembre de 1944.
Publicado por primera vez en 1946. ¡Ampliamente recomendado!
En 1942, la Embajada de Alemania presentó varias quejas al Gobierno argentino con motivo de ciertas publicaciones que atacaban abiertamente al régimen nazi. El diario más importante era Crítica, que inspirado en el espíritu de su fundador, el uruguayo Natalia Botana, era un acérrimo antifascista.
Un grotesco Göring
Para que tomemos dimensión de lo que representaba “Crítica” en aquellos años, debemos tener en cuenta que llegó a vender un millón de ejemplares en un país habitado por diez millones de almas.
Todas aquellas protestas no le salieron gratis al famoso periódico. A fines de ese mismo año fue clausurado por el P.E. por el plazo de cinco días. El asesor letrado de la policía y el Ministerio del Interior se amparaban para ello en la resolución que habían enviado a la prensa con motivo del estado de sitio reinante.
Otras publicaciones sancionadas fueron: el diario “Argentina Libre”, también suspendido por cinco días; a la revista “El Mundo”, impresa en Montevideo, se le impidió circular por el país; también fueron sancionados el Argentinisches Tageblatt, "Italia Libre", "Standard" y otras publicaciones menores.
"SEGÚN despachos telegráficos procedentes de Moscú, Hermann Goering, jefe supremo de la aviación alemana y gran mariscal del Reicn, ha caído en desgracia con Hitler y se halla actualmente bajo la vigilancia de los agentes de la Gestapo. Con ello quedaría confirmada plenamente la información publicada en nuestras páginas anteayer, según la cual Himmler, jefe absoluto de la Gestapo, estableció su cuartel general en el frente ruso, para ejercer un control severo sobre los jefes militares que no están de acuerdo con Hitler." Crítica, Edición 10-01-1942.
Esta historia ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial.
En la calle Cangallo al 500 (actual Perón) del centro de
Buenos Aires, había, en los años cuarenta, varias librerías de origen inglés.
Algunas de ellas eran el deleite de personalidades como Borges por sus textos
exclusivos.Y algunos eran muy exclusivos…
En mayo de 1942, la Embajada de Alemania presentó una seria
queja al Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina, que a su vez elevó
la denuncia al ministro del interior. Resulta que en la librería Perkins, de
Cangallo 542, los ingleses vendían un folleto propagandístico dedicado a
caricaturizar, ridiculizar e insultar al Führer alemán.
Dado el estado de sitio reinante y los decretos que impedían
la propaganda de guerra entre los beligerantes, los alemanes tuvieron éxito en
que la policía secuestrara todo el material, que según los documentos de aduana
consultados entraron ilegalmente en el país.
El folletín, impreso en Inglaterra, todavía sobrevive en el
viejo continente y los coleccionistas pueden conseguirlo por la módica suma de €100.-
Gracias a que en Argentina sobrevive un único ejemplar en el
Archivo del MRE (Fuente: División Política), podemos disfrutar de una copia gratis en el blog:
Escrito por Ronald Frankau e ilustrado por Laurie Tayler.
Lamentablemente, la traducción al español no permite apreciar la rima y el humor típico inglés.
1. Portada
2. Presentación
3. Traducción:
Él es un pequeño caballero perfecto, un ángel sin alas. Debemos estar ciergos y debe ser poco amable llamarlo de otra forma. Primero, él entró valientemente en Checoslovaquia. Ellos se encontraron con sus encantos con los brazos abiertos. Lo consideraban simplemente grandioso. “Oh esto es tan sudete”, lloraron los checos a los largo de la frontera. Él es un pequeño caballero perfecto. El cerdo!
4. Traducción:
Él es un pequeño caballero perfecto. Mira lo que ha hecho. Es muy grosero. Y bastante crudo para llamar al hombre un huno. ¿No rescató a Polonia tan infeliz y tan pobre y le dio oro y comida? Y aun así nosotros fuimos a la guerra. Ahora los polacos están espantosamente felices y piensan que es un hombre divino. Él es un pequeño caballero perfecto. El cerdo!
5. Traducción:
Él es un pequeño caballero perfecto. Todos nosotros debemos estar locos, que nos atrevemos a comparar a este tipo con un canalla. Dinamarca y Noruega próximos a su dulce oferta de protección. Pensó que estaba cansado para entrar en ambos. Pero simpáticamente lo hizo. Ahora ellos adoran a los Quislings. Debajo de ellos yace una mentira. Él es un pequeño caballero perfecto. El cerdo!
6. Traducción:
Él es un pequeño caballero perfecto. Y debe ser sabido cuánto lo es. Un gran señor que simplemente es adorado por los belgas y los holandeses. Él los dio feliz libertad, y les dio, también, un cambio en su derrota para ayudarlos a vencer. Ellos bien guiaron a los jóvenes de Francia, quienes han aclamado a este líder cada vez que ha cruzado el Rhin. El es un pequeño caballero perfecto. El cerdo!
7. Traducción:
Él es un pequeño caballero perfecto. Los rumanos piensan eso también. Y los búlgaros, si son arios. Dan tributo donde es debido. Incluso los húngaros ya no tienen hambre ahora. Y tú deberías escuchar las risas que emanan de los divertidos yugoslavos. Los griegos también tienen una palabra para él al brindar con vino. Él es un pequeño caballero perfecto. El cerdo!
8. Traducción:
Él es un pequeño caballero perfecto. Con los pactos de amistas es franco y está imbuido. Con gratitud enviará mil tanques. Los rusos piensan ensu mundo, conquistado por sus encantos, con sonrisas. Ellos le dan la bienvenida con eternos brazos abiertos para ofrecer su trigo y si petróleo, por supuesto, dicen no. Él es un pequeño caballero perfecto. El cerdo!
9. Traducción:
Él es un pequeño caballero perfecto. A pesar de lo que la gente dice de sus nobles actos y sus pactos rotos. Impresiona a los Estados Unidos. Él dice que ese continente no le interesa, y cuando él haya ganada, y nosotros estemos acabados, él los dejará como estaban. Entonces ellos saben que en su libertad él no tiene destino. Él es un pequeño caballero perfecto. El cerdo!
10. Traducción:
Él es un pequeño caballero perfecto. Entonces, ¿Por qué no nos imaginamos nuestro negocio con cada nuevo movimiento que ha probado cuan popular es? Él tiene un encantador sentido del humor. Su palabra, también, es su enlace. Los hechos aseguran que su alma es pura. Su corazón es cálido. Él anhela hacernos felices si solo vamos a dedo a la frontera. Él es un pequeño caballero perfecto. El cerdo!
El 24 de agosto de 1940, Alberto Viñas, cónsul argentino en Panamá envió al Ministerio de Relaciones Exteriores un telegrama ordinario (1558/40) que advertía de la llegada a Argentina de un tipo "peligroso".
Emil Wolff había sido condenado y posteriormente expulsado por "espía nazi" por las autoridades de Panamá. El viernes 23 de agosto, según supo Viñas, había salido por avión para Argentina con el propósito de entrar por Salta "llevando documentación secreta de la Embajada de Alemania. El funcionario argentino detalló que Wolff no había pedido visación de su pasaporte, por lo que su información debía proceder de fuentes desconocidas, tal vez oficiales.
El 27 de agosto el alemán aterrizó en Salta. La Prensa narró la crónica de su detención:
En un avión de pasajeros llegó ayer a las 16.30 al aeródromo de Seis de Septiembre, procedente de Salta. el secretario de la jefatura de policía de dicha provincia, quien trajo detenido al doctor Emil Wolff, alemán de 44 años, cumpliendo así un pedido que fue formulado por la policía de esta capital.
En el aeródromo aguardaron la llegada del detenido dos funcionarios de la sección orden social de la división investigaciones y lo trasladaron a dicha dependencia, donde permanece alojado.
Acerca de este procedimiento la policía guarda reserva, pues sólo se dijo que el mismo tiende a reunir antecedentes, pero sin especificar su naturaleza.
Como informó LA PRENSA, el doctor Wolff fue detenido el 19 del mes en curso en Ancón, zona del Canal de Panamá, donde desembarcó de un buque japonés y admitió los cargos que se le hicieron de ser agente extranjero sin notificar al Departamento de Estado y de no haber presentado para su registro en dicho Departamento el correspondiente nombramiento.
Por esos hechos se aplicó a Wolff una multa de 2.000 dólares que pagaron representantes alemanes en Panamá. Se dijo en esa oportunidad, que el doctor Wolff llevaba consigo un baúl con documentos en código que conducía desde San Francisco a Chile, para ser entregados a los representantes de Alemania en ese país.