Durante la Segunda Guerra Mundial, Boehme fue un simple teniente de la Luftwaffe, que parecería tener como historia personal sobresaliente el haber pertenecido a la misteriosa KG 200 ó Kampfgeschwader 200 (Escuadrón de Lucha 200). Aquella formación desempeñó misiones ultra secretas para la aviación alemana en los distintos frentes durante la guerra. En el pasado, algunos investigadores han ubicado a este piloto como comandante de un Condor Fw 200, pero, al parecer, se trata de un error ya que ninguno de los dos Gruppe operativos de la KG 200 voló este tipo de aparatos. Si Boehme perteneció al Gruppe I, tal como se ha manifestado, seguramente voló uno de los cuatro bombarderos He 115. Aquella cuadrilla tenía como misión principal volar tras las líneas enemigas para transportar espías (se lanzó un total de 260). El Gruppe II contaba con aviones de mayor porte, como el Ju 290 y el Ju 390, y cumplía misiones de reconocimiento de largo alcance y también de transporte de espías, entre otras.
Una de las operaciones más arriesgadas de la KG 200 fue la operación Zeppelín , efectuada en Setiembre de 1944. Consistió en el vuelo de un Ar “232 Blitz”, el cual trasladaba a un equipo destinado a tomar tierra cerca de Smolensko. Después de aterrizar, debían descargar un grupo motocicletas que llevaría a los agentes secretos a Moscú. Su temeraria misión era la de asesinar a Stalin. Este intrépido plan se frustró cuando el avión se estrelló, luego de intentar aterrizar en una pista demasiado corta, siendo capturados en el acto los agentes.
Boehme nació en México y era hijo de alemanes emigrados. Al estallar la revolución y siguiente derrocamiento del presidente Huerta, él y su familia tuvieron que huir abandonando todo. El único barco que evacuó a los colonos alemanes, embarcándolos en Tampico, fue el Dresden; misma nave en la cual el enigmático Wilhem Canaris fue tripulante.
No hay indicios de que Albretch Boehme haya sido un criminal de guerra, pero, como veremos a continuación, fue un simpatizante de la causa Nazi, aún luego de la derrota total sufrida en 1945.
Ingresó legalmente a la Argentina a principios de los años 50. Vivió en Córdoba y en la localidad chubutense de Lago Puelo, cercana a El Bolsón. Se radicó definitivamente en Cervantes, a 15 kilómetros de la ciudad de General Roca. Se sabe que se dedicó a la producción frutícola, fue fundador de la Cámara de Productores de Cervantes y presidente de la desaparecida Corpofrut, una cooperativa de productores frutícolas.
De acuerdo a una investigación realizada por el diario Río Negro, Boehme nunca dio la imagen de estar consustanciado en extremo con la ideología nazi. Según el periódico sureño, “era un hombre de orden, de maneras parcas pero amable, siempre lo movió una significativa predisposición a trabajar por el mejoramiento de la región.
Pero debajo de esa fachada se escondía una doble vida; a poco de llegar al país tejió una amplia trama de relaciones con el poder militar argentino, especialmente con oficiales de alto rango del Ejército. Uno de los principales interlocutores de Boehme fue el comandante del V Cuerpo de Ejército, con jurisdicción en la Patagonia, el general Enrique Guglialmini. Boehme incluso habría participado, por invitación del Ejército, en ejercicios de la VI Brigada de Infantería de Montaña con asiento en la provincia de Neuquén.
¿De teniente desconocido a Alto rango en Odessa?
Si bien Boehme fue un personaje relativamente poco importante durante la guerra, es llamativa la notoriedad de los nazis con los cuales se habría mantenido en contacto en los años de posguerra. Ya sean estos fugitivos o solo ex militares. Por ejemplo es sabido, y ha sido publicado por varios investigadores, que en la chara de Cervantes se alojó a Joseph Mengele, uno de los criminales nazis más buscados y nunca capturado. De acuerdo al diario Río Negro, Mengele vivió durante seis meses en la chacra. Relatos hechos al periódico rionegrino, aseguran haber visto a Mengele en General Roca en compañía de Boehme.
–Era un hombre callado, siempre de traje impecable, al que Boehme presentaba como “un amigo”. “Hablaba el castellano con alguna dificultad y entraba y salía de los negocios siempre en compañía de Boehme”, afirmó a Río Negro un vecino de Roca, acotando que “un día le pregunté quién era su amigo y la respuesta fue amable pero firme: Es Mengele".
Otro vecino de General Roca relató que recordaba haber reconocido a Mengele en la chacra de Boehme en Cervantes. “Fue hace muchos años –contó el testigo–, concretamente en el año ‘60. Por entonces me dedicaba al negocio de chatarra y fui hasta la bodega de Boehme a buscar fierros y ahí me encontré con Mengele, al que veía de tanto en tanto en fotos porque lo andaban buscando”.
Lo más llamativo y también lo de mayor valor histórico resulta la correspondencia y papeles de Boehme recuperados luego de su muerte.
Entre las amistades listadas en las agendas de Boehme constan, además de diversas direcciones de Mengele, miembros de la comunidad alemana en la Argentina, criminales de guerra y miembros del Tercer Reich buscados por la Justicia, y militares y funcionarios de la Alemania nazi investigados o juzgados por los Aliados tras la guerra y dejados en libertad. Boehme mantuvo una abultada correspondencia con ellos.
Entre las cartas enviadas a Boehme desde Alemania, ya avanzada la década de los ‘60, están las del ex canciller alemán y embajador en Austria y Turquía durante el régimen nazi, Franz von Papen, y por el mariscal de campo Erich von Manstein. Von Papen fue juzgado por los tribunales de Nüremberg, pero no recibió condena. Von Manstein, fue detenido por los Aliados luego de la capitulación alemana, aunque tampoco recibió condena. Basti añade a Von Seydlitz, oficial de alto rango de la Werhmatch que fuera capturado es Stalingrado junto al 6º Ejército de Paulus. Otro de los interlocutores de Boehme habría sido el ingeniero alemán Kurt Tank, quien ingresó a Argentina con documentación falsa a fines de 1947, durante el primer gobierno de Juan Perón.
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Sobre de Seydlitz a Boehme (Burnside) |
También hay registros de contactos del Reinhardt Kops, aparentemente encargado de recaudar fondos para nazis fugitivos y con el famoso piloto de Stukas hans Ulrich Rudel quién vivió en Argentina y fue un confeso nazi aún luego de la guerra.
Muchos interrogantes se han planteado en torno a este desconocido piloto de la Luftwaffe que parece haber tomado notoriedad en la comunidad Nazi refugiada en Argnetina; notoriedad que no tuvo durante la guerra. Se desconoce el motivo de su repentina importancia para los ex miembros encumbrados del Tercer Reich, tal vez con el paso del tiempo se siga revelando información que ayude a cerrar su historia.
Referencias, algunas fuentes:
· Revista World War II Magazine Andrew J. Swanger KG 200 History
· El escape de Hitler Burnside
· Bariloche Nazi Basti
· Diario Página 12
· Diario Río Negro
· Gilman J.D. & Clive J. (1978). KG 200. London: Pan Books
Nota Importante: Para conocer las verdaderas historias oculta de los nazis en argentina click aquí.