Hace pocos días, el 4 de junio, se cumplió el 75 aniversario del golpe de estado de 1943. Como sabemos, dicho movimiento sirvió como catapulta al poder el entonces coronel Juan Domingo Perón. Su logia de oficiales, el G.O.U. (Grupo de Oficiales Unidos) fue uno de los grandes protagonistas de aquellas agitadas jornadas revolucionarias. A tal punto que dicho golpe pasó a la historia como el “golpe del G.O.U.” Sin embargo, parece que la historia fue un poco diferente…
En 1940, el presidente Roberto M. Ortiz, de origen radical antipersonalista, debió dejar el ejercicio del Poder Ejecutivo por una grave afección de salud. Si vicepresidente, Castillo, proveniente de lo más acérrimo del viejo conservadurismo, había pasado casi en el anonimato y excluido del poder los dos primeros años de gobierno concordancista. De buenas a primeras, el jurista catamarqueño se encontró en el ejercicio de la presidencia.
Luego de un inicio dubitativo y débil, Ramón S. Castillo, fue virando hacia los sectores nacionalistas del ejército y alejándose de los grupos aliadófilos, representados fundamentalmente por el ex presidente, general Justo; especialmente luego del ingreso de Brasil en la guerra, en el año 1942.
De esa forma, Castillo, un hombre famoso por su “cabezadurismo”, fue cimentando una posición de inclaudicable neutralismo que era muy funcional a los intereses alemanes, especialmente a esas alturas de la guerra.
Luego de la masiva denuncia y el escándalo por espionaje alemán del año 1942, lo que le valió la salido del país al embajador de Hitler, von Thermann, el presidente obligó a renunciar a su ministro de guerra Tonazi, quien respondía al grupo de Justo. Su reemplazante fue uno de los más fieles exponentes del grupo nacionalista, el general Pedro Ramírez.
P. P. Ramírez |
Sin embargo, para comienzos de 1943, Ramón Castillo ya irritaba a todos los sectores del ejército: germanófilos, aliadófilos e indiferentes. Existían dos razones fundamentales: En primer lugar, el lanzamiento de la candidatura del conservador Robustiano Patrón Costas para la sucesión de Castillo. El aval del presidente, al muy impopular candidato, era sinónimo de “éxito” electoral al amparo del fraude. En segundo lugar, los oficiales estaban cada vez más molestos por la utilización política del ejército, lo que lo colocaba como un cómplice necesario del aparato de fraude sistemático.
Con respecto a la guerra, Patrón Costas era una caja de sorpresas, pero estaba más cerca de los ingleses, intereses a los cuales había servido durante su vida…
El G.O.U no comenzó a reclutar sino hasta a fines de 1942, y recién se terminó de conformar como organización en el mes de marzo de 1943; apenas tres meses antes del golpe. El Grupo central era integrado por tres coroneles, y algunos tenientes coroneles, mayores y un capitán. Prácticamente ninguno de los integrantes tenía mando de tropa (apenas dos), por eso, dentro de sus planes originales, una revolución apenas parecía posibles para fines de ese año 1943.
La posición del logiado capitán Filipi (secretario y yerno del ministro Ramírez) favoreció rápidamente a los intereses del GOU. Oficiales adherentes comenzaron a ser trasladados a posiciones en Buenos Aires.
La situación finalmente eclosionó a finales del mes de mayo de 1943. El aroma a golpe podía olerse en el aire porteño. Los radicales, con Juan Cook a la cabeza, no tuvieron mejor idea que ofrecer la candidatura presidencial al ministro Ramírez, quien en un principio parecía bastante entusiasmado. Pero Castillo se anotició de la jugada de su ministro nacionalista y pronto entraron en conflicto. Como Ramírez resistía en su puesto, Castillo lo echó por decreto y nombró al almirante Fincati en su lugar.
Entonces Ramírez comenzó a moverse en las sombras.
El coronel Enrique P. González, del G.O.U., como en tantas otras oportunidades, tomó la iniciativa. Ramírez dio libertad a la logia que integraba su yerno y les recomendó que hallaran a un general con mando de tropa que les permitiera montar la revolución. Pronto hallaron dispuesto al general Arturo Rawson, quien siempre dijo que tenía a su propio grupo de insurrectos, y se sumó al almirante Sueyro y a la Armada.
Por Faruk: aparecido en revista Todo es historia N° 150, nov 1979 |
Fue el coronel González, según los testimonios sobrevivientes, quien llevó el liderazgo del G.O.U en aquella noche. El Dr. Ernesto Sammartino (radical ex diputado implicado en el movimiento) recordó años después que con el coronel Montes fueron a buscar a Perón a su casa (entrevista con Robert Potash) pero no hubo caso...
Ya consumado el golpe, Perón y Montes redactaron el manifiesto público de la revolución el cual debía ser neutro por integrar las filas de los golpistas aliadófilos y proalemanes. Nadie puede negar que el coronel era muy habilidoso para la pluma…
Algunos libros interesantes para repasar estos hechos:
* Robert Potash. "El ejército y la política en Argentina". (Principalmente)
* Enrique Diaz Araujo. "La conspiración del 43; el GOU"
* Juan Orona. "La logia militar que derrocó a Castillo"
* Gontran de Guemes. "Así se gestó la dictadura"
* Roberto Potash. "Perón y el GOU; los documentos"
Fuente imagen: gestar.org |
Excelente reseña! gracias por compartir. Saludos
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