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Este blog tiene como objetivo describir hechos históricos. Bajo ningún concepto se tratan temas políticos. La aparición de cualquier imagen o fotografía relacionada a regímenes totalitarios es puramente ilustrativa y relacionada a temas históricos tocados en el sitio.

Nazis en el Cono Sur: una aproximación a partir de dos lecturas

Por Antonio Bernárdez Sobreira

«Guerra. Nazis. Argentina. Décadas de escuchar fábulas, la mayor de ellas que Adolf Hitler acabó sus días tranquilamente mirando el Mar Austral desde la costa del golfo de San Jorge. Nada lo prueba, pero sí es cierto que en Comodoro Rivadavia, la mayor ciudad de la Patagonia, vivió un sosias de Hitler –Alexander Schikorr- que participaba en las actividades de los nazis de la zona, numerosos y descarados»
(Xavier Alcalá en el prefacio de Nazis en las sombras, p.13).

Alexander Schikorr (foto cortesía de Xavier Alcalá).

El veterano novelista gallego Xavier Alcalá viene de publicar recientemente, en lengua gallega, la obra The Making Of, que narra la historia de un emigrante galaico en la Argentina de los 30 y 40 mediante la combinación de dos planos: la biografía novelada de un personaje real y el proceso de investigación y construcción de dicho relato, que se remonta al final de los años 80. Para el historiador, la novela puede ser de gran interés por la detallada reconstrucción del marco político y social de la época, en especial en lo relativo a la presencia nazi en el gran país austral, su implantación social, sus redes de espionaje y delictivas, en particular en la Patagonia y el entorno de Comodoro Rivadavia. En este sentido, además de las aportaciones propias recogidas (de forma importante pero no exclusiva) de personas vinculadas a la emigración (en especial de Manuel Antonio Rey Flórez, fallecido antes de publicarse el libro y quien hizo un ingente trabajo de archivo en fuentes policiales y judiciales que constituye la base documental de la novela), Alcalá es tributario también de las investigaciones del historiador argentino Julio B. Mutti, quien, y dentro de una obra más amplia, en 2015 publicó Nazis en las sombras, donde reconstruye las actividades clandestinas alemanas durante el período bélico, fundamentalmente las relacionadas con el espionaje y el apoyo logístico a la causa del III Reich.

No es nuestra intención (ni es el lugar adecuado) hacer una reconstrucción exhaustiva de todos los aspectos históricos explicitados por ambas obras y sobre los cuales hay abundante publicística en el País Austral. Antes bien, a partir de la lectura comentada de pasajes de The Making Ofy Nazis en las sombras, sí que queremos poner en valor la reconstrucción de la memoria de la implantación nazi en la Argentina, más allá de las teorías conspirativas relacionadas con la acogida de refugiados del Reich, en especial criminales de guerra, sujetas a una vieja controversia.

En este sentido, pretendemos destacar aspectos como la presencia germana y su actividad pro-nazi en el contexto previo a la guerra, el peso de la colonia alemana en la Argentina contemporánea o la construcción de redes de apoyo al III Reich.

La presencia alemana en Argentina creció exponencialmente a lo largo de los siglos XIX y XX (1). Así, si en 1869 según los censos estaban registrados 4.989 alemanes, en 1895 ascendían a 17.143, contabilizándose 26.995 en 1914. Germán C. Friedmann constata, de todas formas, que los dos últimos recuentos daban cuenta solamente de los naturales del Reich, obviando a sus vástagos y a aquellos que siendo germano-hablantes se consideraban alemanes, destacando los llamados «alemanes del Volga» (Wolgadeutschen), presentes en el país desde 1878. Por lo tanto, el número de personas de habla alemana en la Argentina podría ascender en 1914 a unas 100.000, con un incremento posterior hasta aproximadamente 300.000 (Mutti habla de unos 250.000), tras las oleadas inmigratorias del período de Weimar y el inicio del régimen nacionalsocialista, que incluyeron «alemanes» procedentes del propio Reich, Austria-Hungría, Rusia, EE.UU, Brasil o las antiguas colonias, en el caso de los EE.UU o Brasil relacionado ello con el resentimiento con aquellas naciones que participaron en la humillación del Imperio, lo cual decantó Argentina como un destino atrayente. En palabras de Mutti (p. 24):

«Una vez firmado el armisticio y restablecidas las líneas trasatlánticas, el puerto de Buenos Aires se vio inundado de alemanes, a tal punto que en la década siguiente los germanos representaron la tercera lengua inmigrante detrás de españoles e italianos (…)».

De esta forma, en los años 30 y 40 el nazismo disponía de un buen humus para el cultivo de sus actividades de implantación en el Cono Sur, a lo que hay que añadir el peso cualitativo de la presencia entre los ingresados de militares licenciados, funcionarios o pequeño burgueses arruinados (Mutti, p. 25).

En las páginas 20 y 21 de The Making Of, Alcalá aporta una significativa descripción de ese humus sociopolítico presente en la Patagonia de finales de los 30 y principios de los 40:

«Había catro petroleiras: a arxentina, a alemá, a inglesa e a holandesa. Os milicos arxentinos eran claramente filonazis, o Goberno apostaba por Alemaña e Hitler empezou invadindo Holanda e bombardeando Inglaterra… Xa me dirás como caeu a cousa aquí. Nas empresas había europeos de todos os países (…). Cada petroleira tiña a súa propia cidadiña, con escola, hospital, igrexa, teatro, economato, confitería… Parecía que vivían aparte os alemáns e os outros, pero todo o mundo coincidía no centro de Comodoro para certas cousas (…)».

A ello habría que unir las otras poblaciones inmigrantes susceptibles de simpatizar con la causa hitleriana (Alcalá, pp. 58-59):

«O amigo de Comodoro mandáralle documentos sobre os nazis; ficaran en facer un percorrido polo Chubut tocando en estancias de vascos, de alemáns e colaboradores destes: croatas, bóers, holandeses, belgas, ucraínos e croatas, bóers, holandeses, belgas, ucraínos e “demais canalla partidaria do Reich“».

Desfile nazi en Astra (Comodoro Rivadavia, foto cortesía de Xavier Alcalá) (2).

Argentina como país de aluvión con una economía mundializada y con una cierta naturaleza neocolonial, no podía, por lo tanto, permanecer al margen de la conflictiva situación política contemporánea. Mutti señala como ya desde 1918 y en diversas entidades sociales germanas (clubs, tabernas…) se desarrollaron «tumultuosas asambleas populares (Volksversammlungen)» así como que desde muy temprano (y antes del ascenso del partido nazi) ya había contactos entre militares argentinos «con elementos del Ejército regular alemán, de reminiscencias nacionalistas», enmarcados dentro de una labor de asesoramiento y adiestramiento iniciada ya antes de la Gran Guerra (Mutti, p.25). Es de destacar el hecho de que esa presencia de militares germanos posibilitase la utilización de Argentina como «refugio (…) para forajidos de los Freikorps» (Mutti, p.26). Por otro lado, en el convulso contexto de Weimar, los recursos de las comunidades alemanas en el extranjero eran muy codiciados para su empleo en la financiación de las campañas electorales del emergente y fulgurante NSDAP, con lo que fueron intensas las actividades para captar militancia entre los emigrados, para lo cual fue fundamental inicialmente el concurso de trabajadores de las compañías navieras, vinculados con la «izquierda» del Partido (Mutti, pp. 26-27). Más tarde, establecido el Régimen, una oficina específica del NSDAP, la Auslandorganisation(AO), se encargaría de «aglutinar a todos los nazis en el extranjero y, a partir de la reorganización de la política exterior bajo la visión cosmopolita del nacionalsocialismo, a todos los súbditos del Reich» (Mutti, p. 27).

Alcalá describe esa situación en las páginas 38 y 39, y como estas redes sirvieron después para acoger a los criminales de guerra refugiados tras la derrota:

«(…) a colonia alemá de Comodoro seguiu recadando moito diñeiro para o Reich, ata que as cousas se puxeron negras en Europa e falouse de <>. Daquela os grupos de apoio aos nazis gardaron a recadación para os camaradas que acabaron inmigrando baixo o amparo de Perón. Hóuboos alemáns e colaboradores dos nazis como os croatas.

Aeroclub alemán Condor, gentileza G. Lorenz


De todas formas es de justicia afirmar que en la comunidad germana no había un consenso alrededor de la fidelidad al régimen hitleriano, comenzando por el propio empresariado argentino de origen alemán, reticente según Mutti (p. 32) a participar de la demagogia antisemita, aunque también es cierto que el mismo autor señala una progresiva purga de los trabajadores judíos desde 1936.

Por otro lado, y pese a las simpatías evidentes de una parte de las élites políticas y militares argentinas, las actividades nacionalsocialistas en el país fueron progresivamente restringidas, habida cuenta de lo que se consideraba alta peligrosidad de las mismas , tanto en su vertiente política como social e incluso educativa y en especial tras la manifestación de fuerza del Luna Park en 1938. En este contexto de temor y desconfianza hay que contextualizar el llamado «Affaire Patagonia»: la publicación de un supuesto plan de invasión de parte del territorio nacional, por parte del diario Noticias Gráficas (Mutti, p.41 y ss.). Un decreto de 1939 prohibió las franquicias del Partido Nazi y del Frente Alemán del Trabajo en suelo argentino, aunque pronto nacería una Unión Alemana de Gremios que daría cobertura a la organización local del NSDAP. El golpe militar de 1943 , abriría definitivamente la puerta a la ruptura con el Eje y el alineamiento con los aliados en la Guerra Mundial, pese a que inicialmente pudiese parecer lo contrario, aunque con el posterior ascenso de Juan Domingo Perón, se forjaría la historia (en parte incentivada por el Departamento de Estado norteamericano y en parte fidedigna) de la cooperación con la red de refugiados de la debacle nacionalsocialista .

Notas
(1) Los datos demográficos proceden de Germán C. Friedmann (2010): «Los alemanes antinazis de la Argentina y el mito de las dos aldeas», Revista de Historia Contemporánea, nº 77, pp. 205-226.
(2) Adjuntamos en este texto varias fotos facilitadas por el escritor Javier Alcalá quien explica su procedencia en la página 80 de la propia novela, a partir de unos negativos que aparecieron en una escombrera y que pertenecerían a un fotógrafo alemán de la YPF. Copias de estas fotos aparecen en diversos fondos documentales argentinos como el Archivo de la Honorable Cámara de Diputados.

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