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Afiliados al partido nazi en América

El hornero alemán

Un libro es como un concierto… comienza con canciones bien arriba, pasa por momentos de calma y finalmente culmina nuevamente en lo más alto. Eso es lo que espero también cuando me ubico en el lugar del lector. Quiero que el libro me atrape desde el comienzo, que el autor utilice recursos que hagan de las primeras páginas una trampa sin escape... Eso pasa con el libro de Juan Martin Alice, “El hornero alemán”. Desde el comienzo la acción en la cabina de un Bf-109 es tan realista que se puede sentir el miedo y el olor a pólvora de los proyectiles; luego entra en la meseta de la historia de Büchersen, un piloto argentino en la Luftwaffe, para terminar con los bises de la increíble muerte de la estrella de África, el inolvidable Marseille.

La investigación de Alice es tan detallista y exhaustiva que los granos de arena del desierto del norte de África se sienten entre las rendijas de los dientes; uno casi puede compartir la tristeza con cada amigo perdido o la euforia del primer derribo de un Blenheim solitario en el cielo noruego.

En definitiva, es un libro que he disfrutado poco a poco, como me gusta, desojándolo tranquilamente. Y no solo es una buena historia; no puedo negar que he aprendido mucho sobre entrenamiento de pilotos y tácticas de combate.

Por todo esto recomiendo leer “El hornero alemán”






El hombre que fue detenido en Argentina por su parecido con Bormann

La última semana de septiembre de 1960, la pequeña ciudad de Zárate, al norte de la provincia de Buenos Aires, sufrió una revolución inesperada. Un inmigrante alemán que trabajaba en una empresa de la construcción por $180 diarios, fue detenido acusado de ser nada menos que el siniestro Martin Bormann, visto por última vez quince años antes mientras intentaba escapar del Führerbunker.

Hasta el ministro de Interior, Alfredo Vítolo, declaró que el detenido tenías las características físicas de Bormann. La Embajada de Alemania Occidental en Buenos Aires comunicó rápidamente que pediría la extradición si el hombre realmente era Bormann


Sin embargo, los exámenes antropométricos más exhaustivos fueron negativos; para el 30 de septiembre, las crónicas en los diarios comenzaron a dar cuenta de que Fleger no era Martin Bormann. El hombre negó vehementemente ser Bormann de inmediato. No solo había llegado a Argentina en 1944, dijo, sino que había vivido varios años antes en Chile; fue allí donde perdió su brazo derecho en una mina.

En Mannheim, Alemania, la Sra. Gertrude Wiens le dijo a la policía que el hombre era su hermano, Walter Flegel, quien había emigrado a Argentina hacía 30 años. Dijo que había recibido cartas enviadas por él desde Zarate. Oskar Riester, jefe de la policía de Mannheim, dijo que su declaración parecía creíble y que había informado a Interpol, la organización policial internacional. Por otro lado, en Bonn, se declaró oficialmente el jueves en el Ministerio Federal de Justicia que si hubiera habido alguna duda de que el alemán arrestado en Argentina fuera Martin Bormann, el gobierno federal habría solicitado inmediatamente su extradición.



Para 1960, se desconocí que Bormann, el último Reichsleiter del partido nazi, estaba enterrado en la Estación Lehrter, justo donde los testigos dijeron que lo habían visto por última vez. En 1972, unos trabajadores de la construcción descubrieron sus restos, a los que años más se sometieron a una examen de ADN que confirmó su identidad





El misterio del "Titanic" del aire que cayó en Uruguay

La tarde del 31 de octubre, el capataz de estancia José Delgado, miró al cielo en dirección al norte y apenas pudo creer lo que veía. Un avión de proporciones descomunales se precipitaba, evidentemente averiado, sobre la laguna de Rocha. Nada de lo que había visto antes se parecía a esa fortaleza voladora. Cuando al final de su carrera pareció que el bólido iba a romperse en mil pedazos, una gran columna de agua se levantó a sus costados y de a poco fue frenando su impulso… Era un hidroavión, y al parecer había logrado sobrevivir a la caída.
El enorme Lionel de Marmier pesaba 75 toneladas, medía 58 metros de largo y 44 de envergadura. Sus seis motores le permitían alcanzar una velocidad crucero de 320 km/h y llevar 50 pasajeros y carga. Una verdadera novedad para 1945.


En su vuelo inaugural desde Francia a Buenos Aires (había hecho escala en Río de Janeiro), uno de sus seis motores se desprendió y una de sus palas abrió un enorme hueco en el costado del fuselaje. El periodista brasileño de O´Globo Pedro do Amaral Teixeira murió en el acto. El cineasta francés Georges Emile Ansel perdió ambas piernas y falleció en un hospital de Montevideo. El resto de los casi 50 pasajeros lograron sobrevivir casi ilesos.
El capataz de estancia que casualmente hablaba fluidamente el francés, junto a un grupo personas fue el primero en llegar al aparato. Entabló una relación de gran amistad con el comandante del avión, André Chatel.


Luego de equilibrar el avión, removiendo un motor y cambiando de posición otro, y de dragar la laguna para permitir el despegue, el Marmier voló al puerto de Montevideo para completar sus reparaciones. Antes de partir, el comandante le dio a Giménez un extraño obsequio… Un tubo de metal que contenía un chaleco salvavidas de la Luftwaffe, un Schwimmweste. Agregó además que no revelara el contenido, pues detrás de aquel vuelo “había cuestiones peligrosas y mucho oro”. Al parecer, también dijo, en aquel aparato viajaban personas relacionadas al régimen nazi en escape hacia Argentina.
La familia de Delgado todavía atesora entre sus cosas el Swimmweste Anferderz FL 30164-2
Fuente: Héctor Amuedo