Como todos los amantes de los submarinos alemanes y de las buenas historias de la Segunda Guerra Mundial, esperé con gran expectativa el estreno de la película Greyhound, protagonizada por Tom Hanks. Luego de leer algunas de las primeras críticas sobre ella, sinceramente temí que realmente se tratara de una mala película.
El Snorchell que se ve en la imagen es un error para 1942 |
Para quien no lo sepa, Greyhaund sigue casi al pie de la letra la historia del libro en la que está basada, “El buen pastor”, del prolífico C.S. Forester (1955). Recomiendo muy especialmente leer el libro, ya que acentúa las cosas buenas de la película y hace desaparecer las no tan buenas. (CLICK aquí)
Greyhound puede ser una mala película, como muchos afirman, pero en líneas generales es una muy buena
representación de la Batalla del Atlántico, especialmente de la cruel lucha en los convoyes producida en el año 1942, el primero de EE.UU. en la guerra.
Especialmente quiero destacar la muy buena representación del
estado de casi desprotección en que los grandes y valiosos convoyes se lanzaban
a cruzar el Atlántico en 1942. Iban apenas protegidos por insuficientes destructores
y corbetas antiguas, con tripulaciones inexpertas y sin cubierta aérea en gran
parte del trayecto.
Las escenas dramáticas de ataques nocturnos en superficie, por parte de los submarinos, están bien representadas, ya que esa era la
modalidad preponderante en ese año a pesar de la introducción del radar.
Tanto los destructores como los submarinos hacen en la película maniobras y
ataques “esperables”, lo que no es poco, ya que en películas más valoradas por
el público, como U-571, los sumergibles realizan acciones imposibles para esa
época.
Los ataques con cargas de profundad, con sus patrones (de 3 y 4), están muy bien representados, lo mismo que la carga simple cuando solo les
quedan 6 tambores.
La búsqueda de pruebas de éxito, como el combustible en superficie, es típica de la época y necesaria para poder acreditarse un hundimiento. El radar y el
sonar están muy bien logrados, con sus defectos e interferencias típicos de 1942, lo mismo que los cursos y distancias de los
objetivos. Al comienzo de la película creo que exageración en los nudos del destructor, cosa que no pasa en el libro.
El primer combate de día en superficie es muy real, y
aparece el submarino accionando las armas de cubierta. Lo único que le
criticaría a esta escena es que ninguno de los dos destructores, al encontrar
de repente al sumergible en superficie, que sale debido a una avería luego del
ataque de cargas, haya intentado embestirlo, lo que era una modalidad de ataque
casi habitual en estos casos de contacto cercano.
Insignias exageradas en las imágenes por ordenador |
Pero también hay cuestiones mal representadas o logradas, y no me refiero a las torretas de los submarinos exageradamente decoradas o a su pintura casi perfecta luego de semanas en el mar. En este sentido, lo que más me molestó de la película fue la ausencia de tripulantes alemanes en el puente cada vez que un submarino salía a la superficie. De hecho, en la realidad, cada vez que un lobo gris salía a superficie, apenas la torreta asomaba sobre el agua un oficial, generalmente el comandante, estaba abriendo la escotilla y saliendo afuera. El submarino quedaría totalmente ciego de otra forma, y también sordo, ya que al arrancar los diesel quedaban casi inutilizados los dispositivos de audio. En la escena de la primera media hora, donde el Greyhound persigue un U-boot en superficie a través del convoy, es increíble que el submarino dispare torpedos en superficie con el puente vacío. Es como si el director quisiera transformar a los submarinos en aparatos deshumanizados.
El alemán hablando en el circuito del TBS es otro despropósito.
El combate del final de la película, que no existe en el
libro y es un agregado total del director, casi que arruina muchas de las cosas
buenas que dijimos hasta acá. En primer lugar, era muy extraño que un submarino
desperdiciara siquiera un torpedo en un destructor de escolta. El bajo calado, los escasos torpedos, y la
dificultas de atacar a una nave rápida y maniobrable eran determinantes. Si no
estaba estacionado o iba recto a una velocidad muy baja era un caso perdido. Además,
jamás un sumergible alemán hubiera dirigido un ataque deliberado a un escolta por su propia
decisión: su objetivo eran los mercantes, y escapar de las escoltas. Si se daba
era por una cuestión casi de casualidad.
Imagino que los polacos no estarán muy contentos de que le hayan cambiado las nacionalidad al "Viktor". Al Greyhound solo le cambiaron el nombre (USS Keeling) con respecto al libro. Pero de todas formas este tampoco existió en la vida real.
Trailer:
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