Acabo de terminar otro libro fantástico, un verdadero bestseller de 1951. "Pasaporte para Moscú", de Michel Gordey, es un ensayo escrito bajo la oscura sombra de la amenaza de una guerra mundial atómica sin precedentes. En 1950, Gordney, ruso de nacimiento pero francés por adopción, fue llamativamente admitido por el gobierno de Stalin para realizar un viaje de dos meses a la URSS, que lo llevaría a Moscú, Leningrado, Stalingrado y Tiflis. Su fantástico dominio del idioma y su condición de ruso nativo permitieron la recopilación de un documento incomparable, especialmente signado por tratarse de momento en que el hermetismo soviético había alcanzado niveles insospechados.
Por momentos, el periodista pudo sortear la barrera firmemente organizada que el Estado soviético, la misma que solía colocar frente a cualquier extranjero que quisiera conocer el funcionamiento de sus organismos y la vida de los hombres que los animaban. Otras tantas, Gordey sucumbió a la inquebrantable voluntad del stalinismo, siempre obsesionado con ocultar aspectos tan banales de la vida como las Universidades, bibliotecas, periódicos o los famosos Kolkhozes (granjas colectivas).
La falsedad de innumerables ideas arraigadas en Occidente sobre la URSS queda de manifiesto a lo largo de las páginas, así como también las alocadas y fatídicas “verdades” vertidas por Stalin en la mente de su población sobre Occidente.
Gordey no se limitó a describir las antiguas ciudades en reconstrucción o a relatar un simple diario de viaje. Lo que tenemos ante nosotros es un verdadero ensayo sociológico de la mentalidad soviética, enmarcado en terror a una confrontación mundial atómica y en una URSS en plena proceso de reconstrucción y crecimiento industrial.
El libro fue un verdadero Bestseller. Fue publicado en 6 idiomas y 38 ediciones entre 1951 y 1956. Mi edición es de Emecé, 1952, Buenos Aires.
PD: Un detalle que no debe ser pasado por alto. El libro cayó en mis manos el mes pasado, agosto de 2016. Habiendo sido editado en 1952, puedo afirmar que he sido el primero en leerlo. Lo confirma que muchas páginas estaban mal cortadas por la guillotina de la imprenta, pegadas entre sí. Sesenta y cuatro años después, finalmente alguien lo ha leído...
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