Secciones Principales

Afiliados al partido nazi en América

Hans Langsdorff

Imagen: http://www.maritimequest.com
Destacado oficial de la Kriegsmarine. Capitán del acorazado de bolsillo Admiral Graf Spee, hundido por su propia tripulación en el Río de la Plata, en el límite entre Argentina y Uruguay. Nació en marzo de 1894 en Bergen, Alemania. Ingresó a la Marina en 1912 y sirvió como un joven oficial en la Primera Guerra Mundial, siendo condecorado por su actuación en la Batalla de Jutlandia. Luego, ya a bordo del Graf Spee, participó en 1936 del apoyo naval a las tropas de Franco durante la Guerra Civil española. El primero de marzo de 1937 fue proclamado capitán y en 1938 recibió el mando del acorazado. Apenas 10 días antes del comienzo de la gran conflagración levó sus anclas; corría agosto de 1939 y puso rumbo hacia el Atlántico Sur. Su órdenes eran las de actuar como corsario.
Es muy conocida la historia de la Batalla del Río de la Plata, así como de la pequeña flota británica que persiguió al Spee hasta el Puerto de Montevideo.
Langsdorff fue convencido de que la flota enemiga que lo aguardaba fuera de la capital de Uruguay era numerosa. El comandante hundió su legendario barco en las afueras del Puerto de Montevideo, evitando así la captura de la nave por parte de los británicos.
Luego de perpetrar el hundimiento, Langsdorff viajó a Buenos Aires con su tripulación, la cual fue internada en Argentina. El 19 de diciembre de 1939, Langsdorff se suicidó y fue enterrado con todos los honores.

Hanna Reitsch

http://www.findagrave.com
Nación en Hirchsberg, Alemania en 1912. Famosa piloto de pruebas alemana. Conocida por haber volado los modelos más mentados de la Luftwaffe y algunos prototipos, entre los cuales se destacaron el primer Helicóptero (FW 61), el caza cohete Komet y la bomba cohete voladora V1. Comenzó su actividad como piloto de planeadores, debiendo vencer la resistencia, que existía en aquella época, hacia el sexo femenino en la escuela de vuelo sin motor de Grunen. Se matriculó para el vuelo de planeadores y aviones en 1932.
En 1933, Hanna Reitsch fue contratada por Wolf Hirth como maestra de vuelo para su nueva escuela de planeadores en Hornberg, cerca de Schwäbisch Gmünd. Desde 1933 hasta 1934 participó en una expedición con destino a Brasil y Argentina. En su libro de memorias, puede apreciarse durante varios pasajes sus experiencias en Argentina. Destaca una pintoresca anécdota sobre un aterrizaje en las desoladas llanuras que circundaban Buenos Aires. También se puede leer un curioso relato sobre un aterrizaje forzoso en un campo de Fútbol brasileño. 

En el marco de su trabajo como piloto de pruebas de la Fuerza Aérea Alemana (Deutsche Luftwaffe), Reitsch fue muchas veces lesionada y herida en servicio. Se le otorgó la Cruz de Hierro de Primera Clase y la Cruz de Hierro de Segunda Clase (en el caso de la primera de ellas fue la única mujer a la que se le otorgó en la historia de Alemania), y  el Distintivo Aéreo Militar de Oro con Diamantes.
En las horas finales del Tercer Reich, más precisamente el 28 de abril de 1945, voló junto al General Ritter von Greim hacia una humeante y sitiada Berlín, protagonizando un vuelo plagado de peligros en el que su compañero fue gravemente herido. Hanna Reitsch y Ritter von Greim visitaron el búnker de Hitler en Berlín. Allí Greim fue nombrado por Hitler como nuevo mariscal del Aire y sucesor oficial de Hermann Göring como jefe de la Luftwaffe. Reitsch quiso convencer a Hitler de abandonar de Berlín. El Führer se negó, tal como lo hizo con todos los que lo rodeaban. Sólo con mucho esfuerzo, pudo la pareja de aviadores  abandonar la capital. Utilizaron el Eje Este – Oeste como pista improvisada de aterrizaje y despegue.
Luego de la Segunda Guerra publicó sus memorias (ver Bibliografía) y siguió volando en planeador casi hasta su muerte, en Agosto de 1979.

Reitsch estableció más de 40 récords mundiales de altura y velocidad, que aún hoy en día no han sido igualados por ninguna otra mujer.


• 1931, duración de vuelo sin motor, con 5h30m.


• 1933, duración de vuelo sin motor, 11h30m.


• 1934, récord femenino de altura, 2800 metros.


• 1936, distancia para planeadores, 305 km.


Nota Importante: Para información relacionada click aquí.

Operación Calypso: El intento del Estado argentino de encontrar los U-boats

Importante: la presente nota ha sido publicada en minutouno.com (nota de otro sitio con opiniones de terceras personas). No es parte de nuestro material.


La extradición a Alemania, en 1995, del capitán de las “SS” Erich Priebke, que vivía sin esconderse en Bariloche, volvió a despertar el interés por las historias relacionadas a la actividad nazi en la Argentina.
ARA Gurruchaga, imagen de la fuente citada
Como consecuencia de la presión internacional para que las Fuerzas Armadas, la Policía Federal y la SIDE liberaran sus archivos sobre el tema, el gobierno de Carlos Menem creó la Comisión de Esclarecimiento de Actividades Nazis en la Argentina (CEANA), dependiente de la Cancillería, que oficializó la versión de que sólo dos submarinos habían llegado a la Argentina, los dos que se entregaron en Mar del Plata.
Ante la insistencia de investigadores y periodistas, en 1997 el gobierno de Menem decidió realizar una expedición a la Caleta de los Loros con el fin de comprobar si estaban hundidos “los submarinos de Hitler”, pero sobre todo para ver si afectaban la navegación.
Esta operación se llamó “Calypso” y el nombre podría deberse a los radares Calypso que equipan a submarinos de la Armada argentina. También al barco del investigador francés Jacques-Yves Cousteau navegó por el golfo San Matías durante octubre de 1975, según dicen algunos en una búsqueda particular de los submarinos alemanes. El creador de “El mundo submarino” se había destacado durante la guerra como miembro de la resistencia antinazi.
El 19 de agosto de 1997, la “Operación Calypso”, bajo el mando del capitán de Navío Diego Miles, movilizó hasta el golfo San Matías a los barcos ARA Gurruchaga, ARA Comodoro Somellera y ARA Yrigoyen.
Antes del traslado de las naves, aeronaves Grumman S2-Tracker, especiales para lucha antisubmarina, hicieron una pasada por la zona y detectaron dos “puntos fuertes” MAD (anomalías magnéticas) y dos puntos más, que indicarían la presencia de grandes objetos metálicos en ese lugar. Otros dos puntos se sumarían a esos cuatro, dando un total de seis en la zona de búsqueda denominada “Esmeralda”.
En 2006, la Armada reflotó el tema a pedido de un grupo de historiadores y elevó a la ministra de Defensa, Nilda Garré, un informe que decía que el resultado de las búsquedas había sido “negativo”. Sin embargo, en ese informe se establece como criterio de búsqueda “la presencia de obstáculos en el fondo, no asentados en las cartas náuticas, que constituyen peligros a la navegación”. Si los submarinos de Hitler estuvieran cubiertos de arena, tal como asegura Basti, no constituirían un peligro para la navegación y, por ende, la búsqueda de obstáculos lógicamente resultaría negativa.
Durante todos estos años, varios oficiales de la Armada aseguraron que en Caleta de los Loros no hay submarinos. Mientras tanto en Kiel, Alemania, en el Museo Memorial de Laboe del arma submarina alemana, se exhibe un mapa mundial que marca con cruces los lugares en los que yacen los marineros germanos dentro de sus “ataúdes de acero”. Una enorme cruz roja sobre el golfo San Matías marca que en aguas argentinas hay al menos un U-Boot hundido.

En 2008, el periodista Abel Basti elevó un pedido de información pública amparado en el decreto 1172/03, requiriendo a la Armada que se le permita el acceso a toda la información disponible sobre la “Operación Calypso”.
El jefe de la Armada, el almirante Jorge Godoy, intervino en el expediente para asignar carácter de secreto militar a todos los archivos relacionados sin dar ninguna justificación.
La figura del secreto militar contempla la preservación de toda información que pudiera afectar la seguridad nacional. Ante su pedido de reconsideración, el ministerio de Defensa ratificó la decisión de clasificar los archivos de la “Operación Calypso” con la carátula de secreto, como si los submarinos de Hitler acecharan todavía a profundidad de periscopio.
Fuente : minutouno.com (nota de otro sitio con opiniones de terceras personas)

Nota Importante: Para ampliar la información del presente artículo y conocer todas las las búsquedas de sumergibles alemanes y sus resultados click aquí 

U-boots en Mar del Plata, testimonio del Coronel (R) Rómulo Horacio Busto

Redacción: Por Ernesto G. Castrillon y Luis Casaba. Nota aparecidas en el Diario "La Nación", marzo del 2008 y reproducida en www.histarmar.com.ar.


El coronel (R) Rómulo Horacio Bustos, nacido en Buenos Aires el 15 de noviembre de 1921, es desde todo punto de vista un sujeto interesante. Menudo, luciendo su cuidada barba candado blanca, resulta siempre un narrador apasionante. De larga trayectoria en el campo de la inteligencia militar, acaba de terminar un libro, todavía inédito, titulado Un Perón poco conocido. Como oficial de Artillería, además, se hallaba destinado en Mar del Plata durante el invierno de 1945, justo cuando se produjo el misterioso arribo y la rendición de los submarinos alemanes U-530 y U-977, dos meses después de haber concluido la guerra en Europa.

“Ese invierno en Mar del Plata –señala Bustos– me tocó vivir varios episodios más que sugestivos. Yo me desempeñaba por entonces como jefe de una batería de tiro en la Agrupación Antiaérea, destacada en la zona de Parque Camet. Corría la primera quincena de junio cuando, una tarde, nos reunió a todos los jefes de batería en su despacho el comandante de la agrupación, el teniente coronel Pedro Lagrenade, para comunicarnos que acababa de recibir un texto cifrado del Comando en Jefe del Ejército por el cual se le ordenaba cubrir con todos sus efectivos (armados con munición de guerra) un amplio sector de la costa comprendido entre el puerto de Mar del Plata y la laguna de Mar Chiquita para oponerse a posibles desembarcos desde submarinos alemanes.

“A mi batería –relata el oficial– le tocó cubrir el extremo del dispositivo defensivo que se apoyaba en la laguna. Contábamos con nueve cañones livianos Oerlikon emplazados en el sector asignado sobre el acantilado, con todo el armamento cargado y listo para abrir fuego. Una de esas noches, que fue especialmente oscura, lluviosa y ventosa, pasada la medianoche advertí que desde el mar se dirigían hacia un sector de la costa cercano al nuestro señales luminosas con cortos intervalos. Ante su reiteración, me comuniqué de inmediato con el jefe de la agrupación. Al llegar el teniente coronel Lagrenade a mi puesto de combate le indiqué el lugar de donde provenían las señales, pero para entonces ya se habían desvanecido.”

Cuenta Bustos que, sin embargo, cuando su comandante estaba por retirarse del lugar en su vehículo, se reanudaron las señales desde el mar. “Lagrenade –dice– dispuso que acudieran al sector los efectivos más próximos y que, de producirse desembarcos, hiciéramos la mayor cantidad posible de prisioneros. De todas formas, las señales luminosas, cada vez más espaciadas, comenzaron a desaparecer después de la 1 de la madrugada, ya sea porque las malas condiciones climáticas (el mar embravecido y fuertes vientos cruzados) hacían muy peligroso el desembarco en gomones, o porque los tripulantes del misterioso navío habían sido advertidos del emplazamiento militar que los esperaba en la costa.”

Señala el oficial que, como en las noches siguientes las señales no se repitieron, en todo el sector el dispositivo quedó reducido a puestos de observación. Según afirma, acerca de todo ese episodio se produjo un informe que fue remitido al Comando en Jefe del Ejército con carácter muy secreto.

Una caverna con sorpresas
Bustos recuerda que el segundo y extraño episodio del que fue testigo presencial ocurrió a fines de junio, tal vez diez días después del anterior, y se dio de forma accidental en la playa. “Esta vez –agrega– todo ocurrió en una mañana soleada, con una temperatura agradable. Yo había bajado a la playa con mi unidad para practicar ejercicios de puntería y tiro con munición de fogueo. La playa (de diez metros de ancho en ese sector) estaba limitada por un acantilado rocoso de unos 25 metros sobre el nivel del mar. Los cañones de mi batería los desarmábamos y los bajábamos a la playa mediante sogas. Luego los armábamos y cargábamos con munición de fogueo. Al término del ejercicio venía el rancho de la tropa y, luego, un momento de descanso. Fue entonces cuando uno de mis soldados descubrió una caverna en el acantilado de casi tres metros de profundidad. Allí pudimos observar, a 10 o 20 centímetros por encima de las marcas que dejaba la marea alta, que alguien había colocado tres tablones de madera apoyados sobre sus bordes. En ellos se apilaban varias decenas de latas del tamaño de las de cerveza, pero sin identificación visible, salvo una letra estampada. La primera lata que abrimos contenía pan negro que parecía recién horneado, y la siguiente, barras de chocolate, lo que me hizo estimar que las demás también contenían bebidas y otros alimentos. Por supuesto que relacioné este incidente con las curiosas señales nocturnas de días atrás (que habían tenido lugar en el mismo sector). No me quedó entonces ninguna duda de que ese lugar era un punto de apoyo, ya fuera para aprovisionar a los submarinos alemanes que se movían por la zona, o para brindar alimentos frescos a viajeros clandestinos desembarcados en el sitio.

“Cuando informamos de este inesperado hallazgo al jefe de la agrupación –continúa Bustos– éste dispuso sacar fotografías desde diversos ángulos del interior y el frente de la caverna, así como retirar todas las latas y los tablones, y redactar un detallado informe con mi declaración y la de mis oficiales. Todo el material incautado, las fotografías y el informe fueron llevados ese mismo día por el teniente coronel Lagrenade al Comando en Jefe. Ignoro qué sucedió a partir de allí con tan sugestivo hallazgo, que considero una prueba concluyente de la existencia de desembarcos clandestinos en nuestro litoral atlántico.

“Llamó mucho mi atención que el periodismo local no informara nada sobre estos episodios, pese a que la versión circuló sin parar entre la población marplatense (seguramente difundida por algunos de mis hombres).”

Las sospechas de Bustos aumentaron cuando, entre julio y agosto de ese año, dos submarinos alemanes llegaron a Mar del Plata para rendirse: el U-530 y el U-977. “El día previo a la llegada del U-530 –cuenta– me había tocado participar con los integrantes de mi batería en el desfile militar del 9 de Julio, por la avenida Colón, en una jornada fría pero soleada.


Al día, siguiente, el 10 de julio, la ciudad se conmocionó con la llegada y la rendición del submarino alemán U-530, una noticia que tendría trascendencia nacional e internacional, y no se podría ocultar como los hechos anteriores de los que había sido testigo.

“El U-530 venía al mando del teniente de fragata Otto Wermuth.
Las autoridades navales me comentaron que les sorprendió el desmantelamiento de su cañón de proa y de dos ametralladoras de grueso calibre. Cuando pude visitar la nave, tres días después de su llegada, me llamaron la atención dos cosas: en primer lugar, el olor nauseabundo que había en su interior (pese a tener desde su llegada todas las compuertas abiertas), fruto del hacinamiento y la prolongada navegación sumergida. En segundo lugar, la presencia en su interior de latas idénticas a las que habíamos encontrado en la caverna de la playa. La tripulación de la nave era sorprendentemente joven (entre 18 y 20 años) y presentaba un generalizado cuadro de agotamiento y desnutrición. Los marinos germanos llevaban largas cabelleras y barbas descuidadas. No bien fueron desembarcados en la base naval, se alimentaron con naranjas y todo tipo de cítricos para combatir los posibles efectos del escorbuto. El interior del submarino era muy angosto, y tuvimos que caminar en posición algo agachada y terriblemente incómoda. Incluso la cabina del comandante Wermuth era muy pequeña y austera. No se observaba ningún símbolo o emblema nazi en el interior de la nave. La tripulación tenía hamacas coy para dormir.


Foto histamar.com.ar

“Pude conversar con el comandante del submarino, el teniente de fragata Wermuth, que hablaba correctamente el inglés y el francés. Me comentó que cerca del extremo nordeste del Brasil le había llegado la última orden del almirante Doenitz de rendirse a los aliados. Dijo textualmente que no lo había hecho en Montevideo porque «los uruguayos nos quemaban en la plaza pública». Wermuth estaba alojado con sus oficiales en el guardacostas General Belgrano y el resto de su tripulación, en carpas instaladas en una cancha de fútbol, donde se les servían puntualmente papas hervidas y limones a pedido del médico de a bordo. Recuerdo que el comandante alemán me pareció muy juvenil y simpático. Tenía tan sólo 26 años y una larga y peligrosa travesía por el Atlántico a sus espaldas. Las penurias de la guerra no habían borrado en nada el aire aniñado de su cara, con una incipiente barba rubia cubriéndole el mentón y un fino y alargado bigote rubio; un rostro un poco a lo Jesús. Mostró evidentes signos de afecto hacia nosotros, además de agradecimiento por el buen trato que los militares argentinos le habían brindado a él y a su tripulación. No me pareció especialmente fanático o nazi. Sólo hablaba de cómo extrañaba a su familia.”

Por Ernesto G. Castrillon y Luis Casabal

"Nazis en las costas argentinas", Ecos Diario 23 de febrero de 1944

Fuente www.nuestromar.org
El blog solo reproduce la nota del sitio referido, no es parte de nuestro material.


“Los germanos están en retirada en Anzio”, informaba en tipografía gigante la tapa de Ecos Diarios del 23 de febrero de 1944.
Debajo, una fotografía de dos militares estadounidenses, mostraba a los jefes de las Fuerzas Aéreas norteamericanas en el Pacífico. La Segunda Guerra Mundial era en aquellos días un tema recurrente en las páginas de los diarios. Sin embargo, el tema parecía bastante distante para una población provinciana, cuya vida social giraba alrededor del cine y los corsos, que en esos días se encontraban en pleno desarrollo.
Foto de la fuente citada
Pero aquel 23 de febrero, la tapa del diario acercaba los temores de la guerra a unos pocos kilómetros de nuestra ciudad. “Se había extendido hasta nuestra zona el espionaje del Eje”, señalaba un título secundario.

La nota hacía referencia a un informe de inteligencia según el cual Alemania proyectaba “un desembarco de agentes secretos que debía realizarse entre los faros de Quequén y Miramar”.

“Una parte del informe de espionaje dado a conocer por las autoridades nacionales resulta particularmente interesante para nosotros, en razón de referirse a actividades que tenían como propósito la utilización de parajes de nuestra costa”, señalaba el artículo periodístico.

El informe, que Ecos Diarios reproducía textualmente, indicaba que: “Se ha establecido que a fines del año 1943, el mayor general Frederich Wolf, agregado militar naval de la embajada alemana, comisionó a Guillermo Otto Alberto Seidlitz para que buscara un lugar adecuado en la costa atlántica de la Provincia de Buenos Aires, donde poder desembarcar de submarino alemán, uno o dos agentes secretos del eje, además de materiales necesarios a los organismos de espionaje existentes en la Argentina”.

Siempre según el informe, Seidlitz se puso en contacto con Gustavo Eickenbert, con quien efectuó un viaje a una estancia adquirida por él mismo en Mar del Sur, localidad situada a unos 60 kilómetros al Sur de Mar del Plata, recorriendo los lugares vecinos y la costa marítima, llegando, de acuerdo con Eickenberg, a que el lugar ofrecía grandes probabilidades para efectuar con éxito un desembarco desde el submarino, entrevistando a su regreso al general Wolf, para dar cuenta del cumplimiento de la misión y presentar un informe detallado de las comprobaciones recogidas, indicando como el mejor punto de arribo el equidistante entre los faros de Miramar y Necochea, que es coincidente con el camino que lleva a la estancia de Eickenberg”.
 Si bien no existen datos posteriores de desembarcos de espías, aquella información creó intranquilidad entre los necochenses y, un año más tarde, cuando dos submarinos alemanes se rindieron en el puerto de Mar del Plata, los recuerdos de aquellos datos dieron pie a todo tipo de historias que aún perduran.
Fuente nuestromar.org

Otto Wermuth Capitán del U-530

Otto Wermuth, Oberleutnant zur See

No hundió ni dañó embarcaciones aliadas. Nació el 28 de julio de 1920 Aalen, Württemberg.
Uboat.net


U-boots comandados

U-853 10 Jul 1944 31 Aug 1944 sin patrullas de guerra
U-530 Jan, 1945 10 Jul 1945 1 patrulla de guerra (130 días)


Rangos obtenidos en la Kriegsmarine
16 Sep 1939 Offiziersanwärter
1 Jul 1940 Fähnrich zur See
1 Jul 1941 Oberfähnrich zur See
1  Mar 1942 Leutnant zur See
1 Oct 1943 Oberleutnant zur See
1 Oct 1943 Oberleutnant zur See


Información personal:

Otto Wermuth Se unió a la Kriegsmarine en 1939. Sirvió en el destructor Z 23 desde marzo a abril de 1941. Luego se unió a la fuerza de sumergibles.
Al terminar su entrenamiento fue asignado al U-37 como oficial (Sept 1941).
El julio de 1942, Otto Wermuth integró como oficial la tripulación del exitoso U-103, permaneciendo en ese rol hasta junio de 1943, cuando fue designado primer oficil en el mismo submarino hasta febrero de 1944. Sirvió en el U-103 durante 3 patrullas y pasó un total de 150 días en el mar. Durante ese período el U-103 logró hundir tres embarcaciones.
Otto Wermuth comenzó el entrenamiento como comandante de U-boot en marzo de 1944. Tomó el comando del U-853 el 10 de julio por un corto período, dejando el mismo el 31 de agosto. Entonces fue asignado como oficial del U-530.
Rendición del U-530 en Argentina

Otto Wermuth, de sólo 24 años, se convirtió en comandante del U-530 en enero de 1945; con él realizaría una de las últimas y más famosas patrullas de la guerra. El 3 de marzo de 1945 partieron de Horten, Noruega, para una patrulla en las costas de Halifax, Canada. Al encontrar pocas embarcaciones enemigas decidió poner rumbo sur, hacia las aguas de New York. Desde el 4 al 7 de mayo, el U-530 disparó 9 torpedos sobre barcos aliados en las aguas mencionadas, pero todos ellos habrían fallado el blanco. Cuando Wermuth finalmente se enteró de la capitulación alemana decidió poner rumbo a la Argentina. Desecharon los 5 torpedos restantes y pusieron proa a Sud América, rindiendo el submarino a la Armada Argentinian el 10 de julio de 1945, luego de pasar 130 días en el mar.

Heinz Schaeffer U-977

Heinz Schaeffer Oberleutnant zur See, Capitán del U-977 rendido en Mar del Plata en agosto de 1945.
No hundió ni dañó embarcaciones aliadas.
Nacido en Berlín el 28 de abril de 1921.


Uboat.net
Rangos obtenidos en la Kriegsmarine
1 Dec 1939 Offiziersanwärter
1 Nov 1940 Fähnrich zur See
1 Nov 1941 Oberfähnrich zur See
1 May 1942 Leutnant zur See
1 Dec 1943 Oberleutnant zur See


Condecoraciones
Iron Cross 2nd Class
Iron Cross 1st Class
U-boat War Badge 1939

U-boots comandados
U-148 30 Nov 1943 15 Dec 1944, sin patrullas de guerra. 
U-977 Mar, 1945 17 Aug 1945 1 patrulla de guerra (108 días)

Información personal:
Durante la guerra realizó cuatro patrullas como oficial a bordo del U-445. Luego tomó comando del  U-148, su primer U-Boot.
Tiempo después, al comando del U-977 realizó el famoso, y para algunos dudoso, viaje desde Noruega hasta las costas argentinas, luego de que Alemania se rindió a los Aliados. Aseguró no haber disparado torpedo alguno durante su travesía. Escribió el libro de memorias "Los secretos del U-977", donde relató aventuras y el dudoso viaje de 66 días sumergido.