Hasta nuestros días se ha especulado acerca del motivo que llevó al comandante en jefe aliado, general Eisenhower, a detener el avance de sus tropas en dirección al este, y de esa manera dejar la captura de la capital del Reich a los soviéticos. Montgomery insistió en algunas ocasiones en que podría llegar antes que los rusos, obteniendo siempre la negativa de su jefe. Por otro lado, las teorías conspirativas han hecho su parte, como es habitual, para desviar la verdadera historia del conocimiento popular.
Pero dejemos que el mismo Eisenhower nos cuente, tal como lo hizo en su monumental libro de memorias “Cruzada en Europa”, los valederos motivos que lo llevaros a tomar esta decisión, que por otra parte es consistente con su manera de actuar durante toda la guerra:
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“Un objetivo natural más allá del Ruhr era Berlín. Era política y psicológicamente importante como símbolo del poder alemán restante. Decidí, sin embargo, que no era el objetivo lógico ni el más deseable para las fuerzas de los Aliados Occidentales."
"Cuando nos paramos en el Rin en la última semana de marzo, estábamos a 300 millas de Berlín, con el obstáculo del Elba todavía a millas de distancia de nuestro frente."
"Las fuerzas rusas estaban firmemente establecidas en el Oder con una cabeza de puente en su orilla occidental a sólo treinta millas de Berlín. Nuestra fuerza logística, que incluía la capacidad de entregar a los elementos avanzados unas 2.000 toneladas de suministros por transporte aéreo todos los días, mantendría nuestras puntas de lanza avanzando por toda Alemania. Pero si teníamos que planear un cruce forzado del Elba, con el único propósito de intentar sitiar Berlín, ocurrirían dos cosas. La primera de ellas era que, con toda probabilidad, las fuerzas rusas estarían alrededor de la ciudad mucho antes de que pudiéramos aparecer allí. La segunda era que mantener una fuerza fuerte a tal distancia de nuestras principales bases a lo largo del Rin habría significado la inmovilización práctica de las unidades a lo largo del resto del frente. Esto me pareció más que imprudente; era estúpido. Había varios otros propósitos importantes, más allá del cerco del Ruhr, que debían cumplirse rápidamente."
"Era deseable empujar nuestras puntas de lanza rápidamente a través de Alemania hasta un encuentro con las fuerzas rojas, para así dividir el país y prevenir efectivamente cualquier posibilidad de que las fuerzas alemanas actuaran como una unidad. También era importante apoderarse de la ciudad de Lübeck, en el extremo norte, lo antes posible. Al hacerlo, aislaríamos a todas las tropas alemanas que quedaban en la península danesa, así como a las que todavía estaban en Noruega. Tal avance también nos ganaría los puertos del norte de Alemania a través de la captura de Bremen o Hamburgo, o ambos. Esto volvería a acortar nuestra línea de comunicaciones.”
Teorías conspirativas: Recientemente, un descabellado pero famoso programa de TV ha mencionado que esta decisión de Eisenhower tuvo que ver con que el comandante en jefe tenía la información de que Hitler, en realidad, estaba escondido en su reducto del sur de Alemania y no en su bunker de la capital, y que por eso Ike desvió importantes fuerzas hacia allí y no a Berlín. A propósito de esta delirante teoría, el comandante en jefe continúa recordando en su libro el motivo de tal movimiento:
“Igualmente importante era la conveniencia de penetrar y destruir el llamado ‘Reducto Nacional’. Durante muchas semanas habíamos estado recibiendo informes de que la intención nazi era retirar a la flor y nata de las SS, la Gestapo y otras organizaciones fanáticamente devotas a Hitler, hacia las montañas del sur de Baviera, el oeste de Austria y el norte de Italia. Allí esperaban bloquear los tortuosos pasos de montaña y resistir indefinidamente a los Aliados. Tal fortaleza siempre podría reducirse, por hambre o de otra manera. Pero si a los alemanes se les permitía establecer el reducto, posiblemente nos obligaría a participar en una guerra de guerrillas de larga duración, o en un asedio costoso. Así podía mantener viva su desesperada esperanza de que, a través del desacuerdo entre los Aliados, pudiera obtener términos más favorables que los de la rendición incondicional. La evidencia era clara de que los nazis tenían la intención de hacer el intento y decidí no darle oportunidad de llevarlo a cabo.”