Julio B. Mutti
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Hace un par de años, aproximadamente, subí a este blog un interesante artículo sobre los nazis en la localidad bonaerense de Villa Ballester. Con el correr de los meses, dicho artículo se convirtió en uno de los más leídos del sitio. La cantidad de lectores fue tal que esta segunda entrega, más extensa y reveladora que la anterior, ha sido largamente nutrida, al menos en parte, por testimonios e informaciones que los mismos vecinos de Ballester me han hecho llegar con el correr del tiempo. De todas maneras, todo lo que aquí se dirá tiene el debido respaldo documental.
El presente artículo resulta demasiado largo para un blog, ya lo sé. Pero el material es tanto que podría incluso escribir una tercer parte. Dos conclusiones iniciales: 1. Hay mucho más por contar 2. Vale la pena llegar hasta el final de este largo post. Hay muy buenas fotografías e información sobre un tema que parece estar bajo siete llaves.
No debemos olvidar, claro está, que esta hermosa localidad del norte bonaerense fue una de las preferidas entre los alemanes que deseaban echar raíces largas y duraderas en Argentina. Pero eso fue mucho antes de que el germen hitlerista se esparciera entre las comunidades germanas establecidas a lo largo y ancho del globo.
Nota importante: La aclaración surge del comentario de un joven vecino de Ballester que aportó datos importantes. “¿Fue mi vecino responsable del exterminio de judíos?” dijo el joven, algo confundido.
Ser un ciudadano alemán radicado en Argentina durante la década de los treinta era equivalente, en la gran mayoría de los casos, a pertenecer a cualquiera de las múltiples y heterogéneas organizaciones nazis, o penetradas por los nazis, que existían en el país. Es más, era casi una cuestión de ser o no ser. Y me viene ahora a la memoria el episodio de un pobre sastre alemán radicado en Lanús, quien osó desafiar al partido nazi local. El feroz boicot al que fue sometido, y que casi lo dejó sin clientela, lo obligó a enlistarse a toda velocidad en la pequeña célula del partido de la vecina localidad de Gerli. De inmediato comenzó a lloverle trabajo nuevamente.
Con esto quiero demostrar que si un alemán era nazi o pronazi en los años treinta y cuarenta en Villa Ballester, no era algo que salía mucho de lo común. Estoy seguro de que muchos hasta fingían ser nazis para no ser discriminados dentro de la comunidad. Y esto nada tenía que ver con ser un criminal o algo parecido. ¿Puede endilgarse a esa gente comulgar con discursos antisemitas, discriminar judíos empleados en empresas locales, intentar educar a los niños según la doctrina nacionalsocialista y defender un régimen totalitario? Por supuesto que sí, pero nada más que eso. ¿Algún otro fue espía o escondió a un marino fugado del Graf Spee? También. Pero no mucho más. Así que no alimentemos las fantasías colectivas.
Los nazis que vinieron después de la guerra son de otra historia. Aquí vamos a hablar de nazis radicados en Ballester desde antes de la Segunda Guerra Mundial
Los nazis que vinieron después de la guerra son de otra historia. Aquí vamos a hablar de nazis radicados en Ballester desde antes de la Segunda Guerra Mundial
Pasemos ahora a lo bueno:
El callejón de los nazis
Esta pequeña historia nació con la sorprendente revelación de Jerónimo, vecino de la calle Lafayette, a quien agradezco el haber compartido su pequeño secreto conmigo. El muchacho conoció hace tiempo a un viejo vecino, quien a su vez había comprado con anterioridad una casa ubicada en un enorme lote sobre Lafayette, casi llegando a la esquina de Aristóbulo del Valle.
El vecino de Jerónimo tenía una buena historia para contar. Al parecer, el hombre había comprado la casa a un precio irresistiblemente bajo; el dueño original tenía interés en vender con premura la propiedad y radicarse en Córdoba. El comprador de la casa siempre supo que el dueño original era un nazi, así estaba sindicado en el viejo Ballester, como tantos otros. Perdida la guerra y caídos algunos camaradas en desgracia, el hombre tenía apuro por largarse. La sorpresa llegó un par de años después. Hurgando en el viejo sótano, el nuevo dueño halló una inesperada sorpresa: descubrió una red de pasadizos y escondites, también una pared falsa con una habitación detrás; desde allí nacía un pasadizo que conducía a un túnel, que a su vez llevaba hasta donde ahora es la casa de Jerónimo...
El vecino de Jerónimo tenía una buena historia para contar. Al parecer, el hombre había comprado la casa a un precio irresistiblemente bajo; el dueño original tenía interés en vender con premura la propiedad y radicarse en Córdoba. El comprador de la casa siempre supo que el dueño original era un nazi, así estaba sindicado en el viejo Ballester, como tantos otros. Perdida la guerra y caídos algunos camaradas en desgracia, el hombre tenía apuro por largarse. La sorpresa llegó un par de años después. Hurgando en el viejo sótano, el nuevo dueño halló una inesperada sorpresa: descubrió una red de pasadizos y escondites, también una pared falsa con una habitación detrás; desde allí nacía un pasadizo que conducía a un túnel, que a su vez llevaba hasta donde ahora es la casa de Jerónimo...
Lafayette 371 (vieja numeración) era la casa de Paul Wellmann, miembro del partido nazi (número 3.758.529) desde el 1 de noviembre de 1936, nacido en Stadtoldendorff el 15 de junio de 1879. Y si algo he aprendido durante estos años de investigación, es que no es extraño que los nazis en Argentina enterraran algunas cosas. Más allá de que el mito popular decía ya en esos años que ocultaban armas, en realidad escondían material de propagandas, panfletos y las listas de los camaradas del partido.
No debe haber sido muy difícil para Wellmann el diseñar su extraño búnker subterráneo, ya que, según los registros del Frente Alemán del Trabajo, se trataba de un experimentado técnico en construcciones; en otras palabras, un albañil.
Pero la calle Lafayette da para mucho más en materia de viejos nazis. Lamento ahora decepcionar a los vecinos de la localidad que creían que las fotos de los actos nazis de los años treinta (ver la primera fotografía pequeña que acompaña este artículo), publicados en mi post anterior, fueron tomadas en el actual local de la Coral Alemana de Villa Ballester, ubicado hoy frente a la plaza Mitre. Si efectivamente se trató del local de la Coral, cosa que es bastante posible, estoy en condiciones de afirmar que, para los años en cuestión, dicha organización se hallaba en la esquina de Lafayette y Rivadavia (actual Agüer). Entiendo que ese edificio, a cargo de un tal Federico Pudlich, según los registros centrales del partido nazi, ya no existe. Pudlich vivía en Libertad 55, San Andrés, y era Volkdeutsche, nacido en argentina. De todas maneras, el hombre pertenecía al Frente Alemán del Trabajo, luego Unión Alemana de Gremios. La primera asamblea general del Coro Masculino Alemán se realizó allí el 14 de enero de 1926. Según pude averiguar, de ella participaron catorce coreutas que eligieron a su primera comisión directiva bajo la presidencia del mismo Pudlich. Entre los años 37 y el 38 lo reemplazó Franz Höll, alemán y también miembro de Frente, calle Mitre 740; luego volvió al ruedo Pudlich. Herbert Wagner era otro hombre que figuró como dirigente del coro de hombres.
Pero la esquina de Lafayette y Rivadavia tiene más para contar, mucho más.
Acción Argentina fue una organización creada en 1940 con el objetivo de promover el ingreso de Argentina a la Segunda Guerra Mundial del lado de los Aliados. Fue disuelta por el gobierno militar de Ramírez en 1943. Un par de años antes, se dedicó a promover denuncias en contra de elementos nazis que operaban en diferentes localidades. Por ejemplo, en 1941 denunciaron, ante la Comisión Investigadora de las Actividades Antiargentinas de la Cámara de Diputados, al bar que estaba ubicado en la misma esquina de Lafayette y Rivadavia. El viejo edificio, con estrada por ambas calles, todavía existe. La denuncia decía textualmente: “Bar: situado en la calle Lafayette y Rivadavia. También posee cancha de bolos y continuamente amplían su local. Posiblemente, en este negocio, la concurrencia sea más netamente nazi, asistiendo muy pocos argentinos. Decían que en este bar trabajó un marinero (seguramente prófugo) del Graf Spee.” La historia del bar, de dueños alemanes, que ya de por sí parecía bastante verosímil, fue corroborada por un vecino que creció a treinta metros de esa esquina, y quien también recordó a la almacén de los Trapp, que se ubicaba juste enfrente. “Zum Deutschen Eck” (a la esquina del alemán), se leía en grandes letras justo encima de la ochava del bar. Emil Veit era su dueño, mejor conocido por don Emilio. Y vaya si esa esquina era totalmente alemana en todas las direcciones posibles...
Para agregar algo más sobre los marinos del Spee, el 26 de noviembre de 1942, la Policía Bonaerense realizó un allanamiento en la calle San Luis 356, Villa Ballester. Allí, justo al lado de la casa de Otto Franke, a quien al final del trabajo nos referiremos, al parecer se escondían dos prófugos de la tripulación del acorazado: Otto Rackebrand (Musikmaat de la III- Unteroffiziere, es decir miembro de la orquesta del barco) y Georg Schwalbe (Matrosenobergefreiter de la I División). Tal vez alguno de ellos era el que trabajaba para don Emilio Veit.
El viejo bar “Zum Deutschen Eck” hoy, Lafayette y Rivadavia |
A pocos metros de allí también seguía la lista. En Lafayette 164 vivía el ingeniero Georg Gniesmer, miembro del partido número 3.591.842, nacido en Hannover en 1894. Su vecino era Antonio Kirchlechner, un carpintero afiliado al Frente Alemán del Trabajo. La casa de Lafayette 173 (o 163, no está muy claro), justo frente al ingeniero, era de Gerhard Skawran, miembro del partido número 3.773.756, nacido en Görlitz en 1909. Cruzando Rivadavia vivían Martin Hachmann, Lafayette 51 (actual altura 2900), de profesión calderero, y justo al lado, en el número 63, Teodoro Hennig. Ambos eran miembros del Frente Alemán del Trabajo, organización liderada por el acérrimo nazi Erwin Schriefer.
El aeródromo perdido
¿Hubo alguna vez un aeródromo en Villa Ballester? No está claro si fue un aeródromo o un trozo de tierra con un par de galpones. Pocos lo recuerdan y su ubicación puede ser un verdadero misterio; sin embargo, de alguna manera los alemanes montaron un club de planeadores a fines de los años treinta en Ballester. Le pusieron “Cóndor”, justo como al famoso otro club de planeadores que las organizaciones nazis montaron en Astra, cerca de Comodoro Rivadavia. Así lo demuestra de manera incontrastable un parte policial de 1942. ¡Al parecer, algún investigador exagerado pensó que los nazis pensaban adiestrar pilotos de combate en plena Ballester! Denuncia de por medio, la Policía Bonaerense, acompañada de los diputados Solari y Caggiano, allanó el lugar el 1 de noviembre de 1942. Aquí el texto del acta: “VILLA BALLESTER (San Martín Seco. 2da.)... en el día de la fecha se constituyeron en el aeródromo del "CONDOR CLUB DE PLANEADORES" donde según una denuncia se adiestrarían pilotos alemanes que posteriormente serían enviados a su país a de origen para incorporarse a las fuerzas combatientes. Efectuada una ligera inspección en presencia del secretario del club D. Otto Bechler, constatose que en el campo utilizado para maniobras de planeadores hay solamente un galpón de regulares dimensiones donde se guardan los tres aparatos con que cuenta la institución para la práctica del vuelo sin motor, y una pequeña casilla destinada a vestuario de los socios. En ésta se observa la existencia de un libro de control del trabajo de los socios escrito en idioma alemán, revistas de propaganda alemana y varios planos para la construcción de un determinado modelo de planeador. Estos planos fueron recibidos de Berlín, según propias manifestaciones de Bechler, teniendo sus referencias escritas en idioma alemán, con la particularidad de que en cada uno de ellos se observa la inscripción N.S.F.K. (Iniciales del "NAZIONAL SOZIALISTISCHES FLIEGER KORPS" - traducido: "Cuerpos de Aviadores Nacional-Socialistas"), es decir que los aparatos que construyen los socios del "Cóndor Club" son similares a los que utiliza actualmente en los respectivos cuerpos especializados el Ejército Alemán. Todas las personas que se hallaban presentes, en número de quince más o menos son alemanes o descendientes de alemanes y vestían un uniforme consistente en over-all blanco con une insignia del club, y dos de ellos con el distintivo de pilotos aviadores alemanes además…” “…identificaron al secretario Bechler como a un activo militante "nazi", procesado no hace mucho tiempo por el Juez de Instrucción de la Capital Federal Dr. Vásquez y por cuanto en la denuncia que poseían, origen de esta diligencia, se dice que el club de referencia es en realidad una organización militarizada integrada por miembros del disuelto Partido Nacional Socialista Alemán de la Argentina.”
Bechler, efectivamente procesado antes del golpe de 1943 junto a otros prominentes miembros del NSDAP argentino, vivía en el barrio de Belgrano, calle 3 de febrero 2264.
Sólo hallé un vecino lo suficientemente memorioso como para recordar el campo de planeadores, y fue por la referencia de un poblador aún más antiguo: Según Oscar Farías, el campo de planeadores estaba en las inmediaciones de la avenida Márquez, cerca del antiguo club alemán. Así se lo hizo saber hace treinta años un viejo poblador de Ballester. Luego se habría trasladado a Zárate.
Acta del procedimiento en el "aeródromo" |
La casa en la calle Rivadavia, entre Balcarce y General Roca
Es indudable que muchas de las denuncias que llegaban a las autoridades argentinas eran al menos exageradas. Los partidarios de Hitler de Villa Ballester practicaban el proselitismo político y boicoteaban ferozmente a sus paisanos que no comulgaban con el nazismo, es cierto. Pero si no se mezclaban en el espionaje o se comprometían demasiado con el partido o el Frente Alemán del Trabajo, lejos estaban de verse envueltos en algún asunto demasiado comprometedor.
Una pequeña casa de Rivadavia 381/3, “refaccionada y con garaje”, entre otras del barrio, fue una de las denunciadas como un centro de reunión de los nazis en Villa Ballester. Según el denunciante anónimo, los nazis que allí se reunían todos los miércoles a las 20 hs. estaban haciendo acopio de armas de fuego, y hasta se podían oír los disparos de práctica. “Vivo en Villa Ballester (decía el vecino), centro reconocido nazista. Aquí prosperan estos espías al ampro de las autoridades…” Aunque no los nombraba, en esa casa vivían Willy y Federico Blocher. Los Blocher eran comerciantes, y Federico figuraba en las listas negras de firmas y empresarios bloqueados por el Departamento de Estado norteamericano en el año 1945, por ser sospechados de comerciar con las potencias del Eje.
La denuncia anónima contra los Blocher iba acompañada de un singular croquis |
El colegio Bismarck
Ese fue el primer nombre del Instituto Ballester. En aquellos años, no se encontraba dónde está hoy, sobre Rivadavia - Aguer; su primera sede quedaba en la calle Lacroze 133 (actual Comercial Ballester). Uno de sus fundadores, Martin Lange, director desde 1930, no aparece en las viejas listas del partido nazi. De todas maneras, era miembro de Frente Alemán del Trabajo y fue retratado varias veces posando con el “Orstgruppe Villa Ballester”, es decir junto a los miembros de la célula local del partido nazi (ver fotografía siguiente, Lange en la extrema izquierda, de traje gris). En la cámara de diputados sobreviven fotografías de la vieja sede del colegio halladas en casa del vecino Otto Franke; se realizaba el saluda nazi en los actos y se contaba a menudo con la presencia de personajes del partido o la embajada. El colegio era subsidiado desde la misma Embajada del Tercer Reich.
En 1940 se produjo un procedimiento policial en el colegio; era promovido por la Dirección General de Escuelas de la PBA. La realidad y los documentos demuestran que la institución no se había amoldado a los decretos del año 1938, que obligaban a los colegios alemanes (más de doscientos dependían de la embajada en todo el país) a seguir una serie de pautas relacionadas al idioma, los símbolos y la enseñanza nacional. En realidad, podríamos agregar mucho más sobre el bochornoso asunto de los colegios, sin embargo, no es el espíritu de este artículo. Además, creo que la institución mencionada aún presta un gran servicio a la comunidad de Ballester y nada ganaríamos escarbando demasiado en un pasado que pertenece a gente que ya no está. Quien quiera ahondar más sobre el asunto de los colegios puede leer mi libro “En el ojo del huracán”; el embajador argentino en Berlín solía enviar innumerables denuncias secretas a la Cancillería relacionadas el proceder de estos colegios sobre la educación de chicos nacidos en argentina. Molestaba especialmente al embajador Labougle cuando un maestro era enviado desde Alemania a la Argentina sin siquiera hablar el español.
El Memorándum de la Policía Bonaerense decía textualmente: “El 30 de octubre de 1940, a consecuencia de un intimación hecha por la Dirección General de Escuelas de esta Provincia, al colegio incorporado germano-argentino con sede en la calle Lacroze 133 de Villa Ballester (San Martin), con motivo de tener en su hall un busto del ex-canciller del Imperio Alemán, Bismarck, como así también cuadros de héroes alemanes, se dispuso practicar una averiguación al respecto, comprobándose que tanto el busto, como los cuadros motivos de la intimación de que fuera objeto, habían sido sacados, y que el nombre del colegio se hallaba escrito en castellano.”
Las relaciones entre las instituciones educativas de la zona y el partido quedaron de manifiesto gracias a la publicación de la revista, órgano del partido nazi, Der Trommler. En su número 87 del año 1936, en la página 60, relata la fiesta de “inauguración” de la agrupación escolar de Villa Ballester, que contó con la presencia del director de los grupos del país del NSDAP, Pg. (sigla que se usaba para referirse a camarada o miembro del partido) Küster, y el representante de la Embajada del Tercer Reich Keipert.
A continuación el revelador artículo del diario El Día de La Plata sobre el Colegio.
Fotografía del colegio hallada en poder de Otto Franke, miembro del partido nazi detenido en Ballester por breve tiempo en 1942. La esvástica era la bandera oficial de Alemania, pero además, en los actos, se hacía el saludo nazi con el brazo derecho extendido.
Fotografías del colegio Bismarck. La primera fue publicada en mi libro "En el ojo del huracán" junto a una del edificio original de la calle Lacroze 133 |
La misteriosa casona ¿parda? de la calle Independencia
Las denuncias de Acción Argentina y de algunos vecinos alarmistas siguieron llegando a las autoridades argentinas. Indiscutiblemente, y de acuerdo a los mismos archivos de los alemanes, la sede del partido y el Frente Alemán del Trabajo de Villa Ballester estaban en la calle Independencia 678, actual 5662. Hoy en día funciona allí, en un edificio de construcción más moderna, un gimnasio de nombre Winkel. El registro catastral de la Municipalidad de San Martín confirma esta afirmación.
De acuerdo a lo que cuentan algunos viejos vecinos, se erguí allí una vieja casona donde los nazis se reunían cada semana; sin embargo, fue infructuosa hasta ahora la búsqueda de fotografías, al menos de su fachada exterior. Pienso que las fotografías del anterior artículo publicado en este blog sobre Villa Ballester, que para muchos era de la Coral alemana, podrían ser del interior de ese viejo edificio. O tal vez del viejo edificio de la Coral. Vale la pena mencionar que a partir de 1938 el partido nazi fue prohibido en Argentina, y que lo alemanes cambiaron el nombre de la organización por el de “Círculo Alemán de Beneficencia y Cultura.”
Revista "El alemán en Argentina" informa dirección del Frente Alemán del Trabajo en Independencia 678. Incluye los horarios de atención. |
Lo que es seguro es que allí funcionaba el principal centro de reunión de los nazis en Ballester. Para 1940/41, Hans Jürgen Wolff-Wösten (miembro del partido número 3.454.066, nacido en Koblenz) era el líder del Orstgruppe V. Ballester, vivía en la calle San Lorenzo 164 y antes había vivido en Belgrano 138, pero con toda seguridad tenía su despacho en Independencia 678.
En la misma cuadra vivía, aparentemente, otro nazi muy conocido. El médico Ernesto Carl había sido también denunciado por Acción Argentina. Se dice que desempeñaba la función de comisionado escolar del distrito de San Martín. De todas formas, no hay muchas informaciones sobre él. Acción Argentina denunció: “Es argentino pero no puede negar su origen. Vive en la calle Independencia 623. Durante la gobernación de Fresco (un nazi a la criolla) ocupó el cargo de comisionado escolar, designación que fue criticada por la opinión general. Instaló dos comedores escolares, empleando a todo elemento extranjero y trayendo la comida del colegio alemán de la calle Lacroze (ya mencionado), entre Alvear y Lavalle. Tuvo que renunciar antes de terminar su cometido por las censuras del vecindario.”
Pero, según dicen algunos, y así lo creo también, el nazi más importante de la calle estaba una cuadra antes, en Independencia 574/6. Se trataba del hombre denunciado en el recorte periodístico del diario El Día que se puede leer en mi anterior artículo sobre Ballester: Leder Ludevoin, que, en realidad, no era otro que Jan Ludewig. Vaya uno a saber cómo llegaron a deformar tanto su nombre en la prensa de aquella época. Ludewig era uno de los primeros miembros del Landesgruppe argentino, formado por un puñado de fanáticos en 1932. El vecino de Ballester había entrado al partido el 1 de mayo de 1933 y le fue asignado el número 1.756.813. Había nacido en Münster, el 11 de septiembre de 1895. Su esposa Úrsula era de origen polaco.
Sobre los otros nazis mencionados en el recorte de El Día, que pertenece al 1 de octubre de 1940, llamados Oppel y Adolfo Napp, poco se sabe. AA dijo de los Napp, que al parecer eran parientes lejanos del espía Hans Napp, según me dijo su bisnieto, lo siguiente: “La familia Napp, que vive en la calle América 110, algunos de ellos han cometido actos terroristas, en compañía con elementos jóvenes de la localidad.” Seguramente otra exageración.
Fragmento del artículo del diario El Día que publiqué hace dos años. |
El dentista Engelland, delegado de la UAG – Frente Alemán del Trabajo
En la calle Paraná 686, en casa del dentista Wilhelm Engelland, miembro del Frente Alemán del Trabajo, la policía halló, entre muchas otras, una fotografía del grupo local del partido. Los numerosos alemanes allí retratados iban vestidos con uniformes similares a los de las tropas de asalto S.A. La fotografía fue tomada del archivo de la Cámara de Diputados, CIAA.
Otras de las fotografías halladas fueron motivo de un examen técnico por parte de la policía, ya que las autoridades sospechaban del grado de detalle que las mismas mostraban sobre un gran incendio producido en 1933, que específicamente afectó los tanques de la Compañía Nacional de Petróleo en Campana. También se hallaron fotografías del Graf Spee, envuelto en llamas, del Club de Planeadores de Astra, de Comodoro Rivadavia, y del transatlántico alemán Monte Cervantes hundiéndose en aguas patagónicas, entre otras.
Fotografías sospechosas del incendio |
Engelland era un nazi comprometido, y, de acuerdo a ciertos papeles hallados en su poder, se dedicaba a entregar informaciones en la sede central de la UAG, en la calle Alsina al 1200 de la capital, sobre ciertos compatriotas trabajadores que no se mostraban lo suficientemente nacionalsocialistas. Por ejemplo, denunció en 1941 a un tal Tyran, de la “casa Fanal”, un alemán no nazi, ante la organización de los trabajadores nacionalsocialistas. Y se aseguró que esa información llegara al reconocido líder del partido Heinrich Volberg.
Engelland también tenía alguna relación con el Hogar Funke de Torquist, ya que se halló en su poder un fichero de esa institución. En algún momento volveremos sobre el caso del Hogar Funke…
También se allanaron en Ballester, en ese mismo año de 1942, los domicilios de Otto Franke, calle San Luis 328, y de Hermann Wurzel, Alvear 926. Franke, viejo miembro del partido desde 1934 (número 3.591.846) tenía enorme cantidad de fotografías del colegio Bismarck de Ballester. Algunas damos a conocer en este artículo. El berlinés Wurzel había entrado un poco más tarde, en 1938 (número 6.990.835).
Fotografía hallada en casa de Engelland. Las autoridades creyeron que fue tomada en Villa Ballester, lugar desconocido |
Der Trommler
Hemos mencionado fugazmente a la revista Der Trommler, “el tamborilero” en castellano. Se trataba de la principal publicación del partido nazi en Argentina. Era obligatorio para los miembros del partido suscribirse, y su editor, Alfred Müller, detenido en el año 1939, llegaría a ser el jefe del partido nazi en Argentina. Para que nos demos una idea de sus contenido, las primeras 10 páginas eran siempre dedicadas a discursos e instrucciones que Adolf Hitler impartía a sus volk esparcido por el mundo. Por supuesta estaba íntegramente redactada en alemán. Dicha revista, tenía una sección de publicidad donde los varios comerciantes alemanes de Ballester colocaban sus avisos:
Revista Der Trommler. N° 208, página 79. 05/05/1941 |
El Frente Alemán del Trabajo también tenía su revista, que también repleta de adoctrinamiento nazi; su nombre era “El alemán en argentina”. Allí también publicitaban los comerciantes de Ballester.
Revista "Der Deutsche in argentinien", septiembre de 1942, página 378. |
Sociedad Alemana de Gimnasia de Villa Ballester
Fundada en 1924 por trece alemanes. De los fundadores, parece que los nazis más convencidos eran: Friedrich Fastner, Paraná 486, era uno de los miembros más antiguo del partido en argentina, ya que había ingresado en 1933 (número 1.631.154), y Karl Ratzlaff (número 4.678.846). De los otro once, solo los ya nombrados Kirchlerchner, de la calle Lafayette, y Martin Lange, el maestro, aparecen en los listados del Frente Alemán del Trabajo como afiliados.
Me gustaría saber quién fue el presidente durante los años más fuertes del nazismo, pero ni siquiera pude averiguar si en sus antiguos terrenos de Malaver funcionaba el aeródromo “perdido”. El club perteneció a la Federación Alemana de Cultura Física, que era regenteada desde la calle 25 de mayo 145, pleno centro porteño, es decir desde la sede central del partido nacionalsocialista. El encargado de esta federación era un nazi del barrio de Belgrano llamado Alfonz Vogen.
Me gustaría saber quién fue el presidente durante los años más fuertes del nazismo, pero ni siquiera pude averiguar si en sus antiguos terrenos de Malaver funcionaba el aeródromo “perdido”. El club perteneció a la Federación Alemana de Cultura Física, que era regenteada desde la calle 25 de mayo 145, pleno centro porteño, es decir desde la sede central del partido nacionalsocialista. El encargado de esta federación era un nazi del barrio de Belgrano llamado Alfonz Vogen.
Fuentes de información:
* Nazi Party Membership Records: SUBMITTED
BY THE WAR DEPARTMENT TO THE SUBCOMMITTEE ON WAR MOBILIZATION OF THE COMMITTEE
ON MILITARY AFFAIRS UNITED STATES SENATE. Marzo de 1946, Parte I.
* Archivo de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Comisión Investigadora de las Actividades Antiargentinas.
* Hemeroteca del Congreso de la Nación
* Vecinos de Villa Ballester
* Municipalidad de San Martín
* Revista Der Trommler
* Revista Der Deutsche in Argentinien
* Policía de la Provincia de Buenos Aires (Archivos en el AHCDN)
* AGN
* Gentileza fotografías del Orstgruppe Villa Ballester y Sociedad Alemana de Gimnasia: Juan Aversa
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